Los manifestantes, muchos de ellos sosteniendo ejemplares del Corán, exigieron el sábado detener los actos ofensivos contra las creencias musulmanas, alertando que solo difunden odio, el extremismo y la violencia y no tienen nada que ver con la libertad de expresión.
Los manifestantes consideraron la profanación del libro sagrado de los musulmanes y las santidades islámicas como un insulto a más de dos mil millones de musulmanes en todo el mundo y exhortaron a la comunidad islámica mantenerse unida para exigir el castigo a los autores e instigadores de tales actos.
Asimismo, pusieron de relieve que el insulto al sagrado Corán se considera un insulto a todas las religiones divinas y llamaron a los seguidores de religiones monoteístas a reaccionar al unísono contra esos actos sacrílegos.
Asimismo, los oradores de la protesta consideraron el boicot de los productos suecos y la expulsión de los embajadores suecos de los países islámicos como parte de sus demandas para castigar al gobierno sueco, por dar permiso para cometer tal crimen.
Los repetidos casos de la profanación del Corán y las santidades islámicas ocurridos recientemente en algunos países europeos, entre ellos Suecia y Dinamarca, han suscitado una ola de condenas y protestas. Los líderes musulmanes han condenado estas ofensas y han pedido castigos severos para aquellos que propagan la islamofobia.
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