El infierno, que estalló el martes, redujo la pintoresca ciudad turística a montones de escombros humeantes, quemó 1000 edificios y dejó a miles de personas sin hogar en el que fue el peor desastre natural de la historia del estado de EE.UU.
Perros detectores de cadáveres de los estados de California y Washington ayudarán este viernes en la sombría tarea de recuperar los restos humanos de las ruinas, mientras los bomberos trabajan para extinguir los focos de calor y los incendios más pequeños. Según las autoridades, el incendio estaba controlado en un 80 % en la noche del jueves.
Además de buscar a los desaparecidos, las autoridades estaban elaborando un plan para alojar a los nuevos sintechos en hoteles y propiedades de alquiler turístico. La isla cuenta actualmente con cuatro refugios en funcionamiento para los desplazados. Los testigos del incendio hablaron de su terror mientras el fuego consumía una ciudad en un tiempo que muchos de ellos les parecieron minutos. Algunos escaparon de las voraces llamas entrando al mar.
El gobernador Josh Green dijo que el alcance del desastre superaría el de 1960, un año después de que Hawái se convirtió en estado de Estados Unidos, cuando un tsunami mató a 61 personas en la Isla Grande.
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