De acuerdo con el Ministerio de Salud de Brasil, el gigante suramericano se ha convertido en el segundo punto de acceso mundial de contagios superado solo por Estados Unidos. Esta Cartera registró el viernes 1001 muertos, lo que suma un total de 21 048 víctimas fatales.
Un vídeo filmado desde el aire, muestra en Sao Paulo, la ciudad brasileña más afectada por la COVID-19, a parcelas abiertas en el cementerio de Formosa listas para el entierro de personas que sucumben a la pandemia.
Es probable que el número real de casos y muertes sea mayor de lo que sugieren las cifras oficiales, ya que la principal economía de América Latina ha tardado en hacer más pruebas.
El brote se está acelerando. El lunes, Brasil superó al Reino Unido para convertirse en el país con el tercer mayor número de infecciones. Ahora superó a Rusia, pero es poco probable que pase a Estados Unidos que registra más de 1,5 millones de casos.
El presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, ha sido ampliamente criticado por el manejo del brote que lo ha puesto en el centro de una crisis política cada vez más profunda.
Desde que se detectaron los primeros casos, el excapitán ha visto caer sus calificaciones en las encuestas, debido a su oposición a las medidas de distanciamiento social y las disputas con funcionarios de salud pública experimentados. Bolsonaro ha perdido dos ministros de salud, luego de presionarlos para promover el uso temprano de medicamentos contra la malaria como la cloroquina y la hidroxicloroquina.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que el explosivo avance de la enfermedad en países como Brasil y Estados Unidos se debe a que las autoridades se negaron a tomar medidas de precaución, por temor a daños a la economía.
Lo peor, es que estos mismos gobiernos insisten en que las medidas restrictivas son innecesarias y más dañinas que beneficiosas.
La incapacidad de atajar la pandemia ha golpeado duramente a la popularidad del presidente Bolsonaro. Una encuesta reciente mostró que el 43 % de los brasileños pensaba que estaba haciendo un trabajo “malo o terrible”, frente al 31 % en enero.
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