El megaproyecto de Nord Stream 2, promovido por Moscú y Berlín, que permitiría a Rusia proveer a Alemania de gas a través del mar Báltico, es blanco de sanciones estadounidenses.
Washington intenta presionar a su aliado germano para que detenga el proyecto, afirmando que el gasoducto socava la seguridad energética de Europa al hacer que Alemania sea demasiado dependiente de Moscú, algo que rechaza Berlín.
El noventa por ciento del puerto es propiedad de la pequeña ciudad de Sassnitz, sita en el extremo este de la isla alemana de Rügen, en el mar Báltico, razón por la cual su alcalde, Frank Kracht, corre el riesgo de ser colocado en la lista de sanciones de Estados Unidos.
“No acepto esto porque creo que es ilegal según el derecho internacional”, dijo Kracht en una entrevista concedida el jueves a la cadena de televisión rusa RT, haciendo referencia a las amenazas de EE.UU. con más sanciones al país europeo.
“Europa es una tierra soberana. Y creo que Europa no debería permitir tal interferencia en sus asuntos económicos”, subrayó el alcalde, dejando en claro que Alemania no dejará que “Estados Unidos dicte qué barcos pueden atracar” en su puerto, en alusión a los barcos rusos involucrados en la construcción del gasoducto.
Kracht defendió las relaciones con Rusia y dejó en claro que el Nord Stream 2 es un proyecto importante para la economía alemana, sobre todo cuando el país ha sido afectado por la pandemia del nuevo coronavirus, causante de la enfermedad COVID-19.
“La pandemia de COVID-19 ha provocado una crisis global, incluida una crisis económica”, dijo el alcalde, agregando que en tal situación lo mejor sería impulsar la cooperación económica a nivel internacional en vez de amenazar a los países para que detengan sus proyectos económicos.
El 21 de julio, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley que prevé reforzar las sanciones vigentes contra Nord Stream 2 que afectan, además del proyecto, a las compañías que se encargan del tendido de tuberías.
El proyecto, del que ha sido completado el 90 por ciento, fue suspendido en diciembre de 2019 después de que Washington amenazara con sanciones a la empresa suiza Allseas que realizaba las obras.
EE.UU. se opone al proyecto porque busca vender a Europa el gas natural licuado de sus yacimientos de esquisto.
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