Según la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), 6000 metros cúbicos de residuos se encontraron en un centro de acopio de basura en Cuautinchán, México, el pasado 18 de mayo. El lugar fue clausurado luego de observar bolsas con basura a cielo abierto con sangre y otros fluidos corporales.
Otras 3,5 toneladas de estos desechos, denominados Residuos Peligrosos Biológico Infecciosos (RPBI), fueron abandonadas en parajes del municipio de Nicolás Romero, Estado de México. Algunos habían sido quemados, por lo que se debió contratar a una empresa especializada para recolectar, transportar y disponer de los residuos correctamente.
Tras este hallazgo, Profepa levantó una denuncia ante la Fiscalía General de la República (FGR), quien comentó que investiga a dos empresas por su presunta responsabilidad en el abandono de residuos hospitalarios. Esto también ha llevado a indagar si otras empresas están cumpliendo con su responsabilidad para el manejo adecuado de los RPBI.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha alertado que el manejo incorrecto de desechos puede ocasionar “un efecto de rebote”, tanto en la salud de las personas como en el medioambiente, por lo que ha llamado a todos los gobiernos a generar políticas adecuadas para su segura gestión y disposición final.
A su vez, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado a la población minimizar la compra de artículos de protección, a fin de no generar más contaminantes en el ambiente, ya que la mayoría de los materiales con los que se fabrican los insumos médicos no son reciclables.
Del mismo modo, señala que los desechos de pacientes enfermos con la COVID-19 deben ser separados, clasificados y etiquetados para evitar más contagios.
rtk/nii/