A 28 días del inicio de la operación militar de Rusia en Ucrania, que según el presidente ruso, Vladimir Putin, busca desmilitarización y la desnazificación del país vecino, el canciller Serguéi Lavrov denunció que Estados Unidos sabotea los diálogos entre Moscú y Kiev, porque le beneficia la continuación del conflicto. Añadió que la Casa Blanca espera seguir saturando de armas a Ucrania, una acción que, según dice, resultará muy provocadora.
Lavrov también aseguró que las sanciones contra Moscú no tienen nada que ver con Ucrania, sino que demuestran el deseo de Washington de dominar el mundo; unos embargos que apuntan especialmente gas, petróleo y carbón de este país.
Sin embargo, en sus más recientes declaraciones, el ministro de Energía de Rusia, Alexander Nóvak, advirtió que el mercado mundial colapsará sin los hidrocarburos rusos.
Y en el terreno diplomático, mientras que EE.UU. habla sobre la posibilidad de que Rusia fuera excluida de la próxima cumbre del G20, China se pronunció en contra de la medida. La Cancillería del país asiático rechazó la intención de Washington y recordó que el G20 es un foro de participación económica y formato multilateral.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), liderada por Estados Unidos, que ya había dejado claro a Kiev que no entraría en el conflicto, convocó una cumbre extraordinaria para el jueves donde abordarán la situación en Ucrania.
También anunció el pronto despliegue de cuatro nuevos batallones en el este de Europa y a las puertas rusas. La Alianza Atlántica insiste en una política que incitó, de hecho, el conflicto, y desplazó a unos 10 millones de personas tanto interna como externamente en Ucrania.
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