Son inmigrantes en las calles de París, capital de Francia. Esperan una solución administrativa a sus demandas de asilo y por el momento lo único que han logrado son unos metros de acera donde instalar sus tiendas en precarias condiciones de higiene. Piden ser tratados como seres humanos.
El mandatario francés, Emmanuel Macron, les respondió el pasado 18 de octubre con dureza. Macron ha asegurado que no está dispuesto a dar alojamiento a todos los inmigrantes. Un presidente que dice no poder acoger toda la miseria del mundo, que va a poner en marcha una política de expulsiones eficaz y que se mostrará intratable.
Para estos hombres y mujeres, que han desafiado el hambre, el frío y sufrido la violencia durante meses hasta llegar aquí atravesando varios continentes, el abatimiento no forma parte de su vocabulario y por ello se manifiestan para seguir pidiendo el respeto y la ayuda que se les niega.
Los centros de acogida de refugiados no logran atender a todas las personas que lo piden. Las autoridades ven las condiciones inhumanas en las que viven estas personas y a pesar de ello no ponen todos los medios necesarios para acabar con esta situación.
Juan José Dorado, París.
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