“Las presiones de EE.UU. no tienen que ver con el poder, sino con sus continuos fracasos ante la República Islámica de Irán en el ámbito regional e internacional”, ha recalcado el jefe de Diplomacia de Irán.
Washington reimpuso los embargos a Irán tras abandonar en mayo de 2018 el acuerdo nuclear suscrito en 2015 entre Teherán y el Grupo 5+1 (entonces integrado por EE.UU., el Reino Unido, Francia, Rusia y China, más Alemania), y desde entonces sigue amenazando con castigar a otros Estados si continúan comerciando con Teherán.
Tras asegurar que EE.UU. no ha conseguido que otros países le secunden en sus presiones a Irán, Zarif recuerda, de hecho, que Washington celebró cuatro reuniones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) en 2018 para condenar a Teherán, pero sin conseguirlo.
Los fracasos, a juicio de Zarif, han obligado a la Casa Blanca a utilizar su única arma, es decir, la guerra económica contra Irán. Insiste, a su vez, en que las políticas y medidas de EE.UU. en el Oriente Medio, han fracasado.
Las presiones de EE.UU. no tienen que ver con el poder, sino con sus continuos fracasos ante la República Islámica de Irán en el ámbito regional e internacional”, dice el canciller de Irán, Mohamad Yavad Zarif.
“En Irak y Siria, EE.UU. ha adoptado todo tipo de medidas para profundizar su presencia en dichos países [...] Encarcelaron al primer ministro libanés [Saad Hariri] para alcanzar sus objetivos. Lo dicho muestra que EE.UU. ha aplicado medidas sin número antiraníes, pero la influencia de Irán en la región no solo no ha disminuido, sino que ha crecido a nivel internacional”, explica.
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A continuación, el diplomático de alto rango ha hecho hincapié en que Teherán resistirá ante las presiones económicas de Washington.
Mayid Tajt Ravanchi, enviado de Irán ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), insiste en que la República Islámica nunca se rendirá ante las presiones de Washington.
Tras la salida de EE.UU. del acuerdo nuclear y ante la ineficacia de las medidas de los europeos para contrarrestar las sanciones, la República Islámica anunció en mayo que suspendía la implementación de algunos de sus compromisos en el marco del acuerdo y que dejaría de cumplir con otras obligaciones si no se garantizaban sus intereses en un plazo de 60 días.
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