Sin embargo, la gran incógnita persiste: ¿se trata solo de pactos temporales para gestionar la seguridad tras la ocupación israelí del sur sirio, o estamos ante el inicio de un camino hacia un acuerdo de paz definitivo que podría transformar la región?
Estas conversaciones forman parte de la estrategia estadounidense para desactivar focos de tensión y remodelar el escenario regional, según su visión de liderazgo global en la próxima era. La llamada “Iniciativa de Calma” entre Damasco y Tel Aviv no es un diálogo aislado, sino una pieza clave en un plan más amplio de Washington y sus aliados para preservar su influencia mundial frente al auge imparable de China, cuyo protagonismo desafía el dominio occidental.
Frente al nuevo equilibrio global y la reducción de las brechas tecnológicas impulsada por China, la Administración Trump se ha visto forzada a diseñar nuevas estrategias para mantener su hegemonía. Esto se reflejó en las visitas de Trump a los países árabes del Golfo Pérsico y en el decidido respaldo a sus demandas, con un foco particular en posicionar a Siria como uno de los pilares clave de su política regional.
El llamado “Taller de Negociaciones” ha comenzado en Abu Dabi, Bakú y Tel Aviv, con intercambios de propuestas aún en fase preliminar. Indicios como la suspensión de bombardeos israelíes y la apertura estadounidense hacia Damasco confirman el avance de estas conversaciones.
No hay acuerdo final cercano, sino un intento de crear un ambiente de calma y reducir la presión mediática israelí sobre el nuevo gobierno sirio, que ahora recibe un trato más neutral, según declaraciones del ministro israelí Gideon Sa’ar.
La necesidad de paz para Damasco
Desde el derrocamiento del gobierno del presidente sirio Bashar al-Asad, Damasco ha puesto la estabilidad y la paz como prioridades.
La crisis interna, con colapso económico y aislamiento internacional, ha impulsado a Siria a buscar la paz como salida. Consciente de ser una pieza menor en un entramado regional de potencias fuertes, Damasco actúa sin herramientas de poder suficientes y cargada de múltiples crisis.
Por ello, Damasco ha considerado la integración a las nuevas ecuaciones regionales como una oportunidad para salir del aislamiento y la destrucción. La estabilidad es un requisito indispensable para atraer inversiones, y esta no puede alcanzarse junto a un actor que cree dominar la región. Aunque este camino implica concesiones, es el precio que el nuevo régimen de Siria debería pagar para sentarse en la mesa de negociaciones.
Israel y la paz bajo coacción
Actualmente, Israel no muestra interés en un proceso de paz con Siria, pues ni la opinión pública ni las élites políticas lo respaldan, enfrentando una realidad estratégica inédita tras los sucesos en Al-Aqsa, sin paralelo incluso desde la guerra de 1967.
El objetivo de Israel en Siria va más allá de la paz: busca crear entidades dependientes de su apoyo que presionen a Damasco a renunciar a sus reclamos sobre territorios ocupados, incluidos recursos estratégicos del sur. Israel prefiere gestionar conflictos indirectamente antes que un enfrentamiento directo.
El cambio vino con el respaldo de Turquía y los países árabes del Golfo Pérsico a la transformación en Siria, impulsando a Washington a considerarlo como una prioridad de seguridad nacional. Esto inquieta a Israel, que teme quedar excluido de acuerdos que van más allá de Siria y configuran una nueva realidad en Asia Occidental, ligada a dinámicas globales mayores. Por ello, Israel inicia entendimientos con Damasco para evaluar estos movimientos regionales e internacionales, especialmente tras su marginación en las iniciativas recientes de Trump y el creciente rol europeo en la región.
¿Está próxima la firma del acuerdo?
De acuerdo a la información disponible, no parece que las negociaciones entre Damasco y Tel Aviv busquen un acuerdo de paz definitivo en esta fase, sino un nuevo marco de seguridad tras la retirada israelí de acuerdos previos. Lo sustentan varios factores:
- El fuerte desequilibrio de poder impide a Damasco negociar la paz con condiciones que obliguen a Israel a ceder los Altos del Golán ocupados.
- E Gobierno de facto en Siria necesita más tiempo antes de firmar un acuerdo, pues aunque la mayoría quiere centrarse en la reconstrucción y evitar guerras, la incertidumbre hace arriesgado ceder territorios.
- Israel no desea un tratado que le obligue a ceder tierras en el Golán ocupado y prefiere mantener la inseguridad en su frontera norte para presionar a Damasco hasta obtener mejores condiciones.
- Los actores regionales e internacionales que apoyan a Siria creen que las condiciones no son las propicias para un acuerdo y temen que desacuerdos puedan desatar nuevos conflictos. Prefieren acuerdos estrictos de seguridad que mantengan la calma hasta un marco de paz viable.
Por Mohsen Khalif