Publicada: jueves, 4 de abril de 2024 5:26

Cada año, en el último viernes del mes de ayuno de Ramadán (noveno mes del calendario luanr islámico), se celebra el Día Mundial de Al-Quds.

Por: Xavier Villar

Esta celebración, iniciada por el fundador de la República Islámica de Irán, Imam Jomeini, en 1979, tiene como objetivo principal respaldar a Palestina en su lucha contra la opresión sionista.

Quince años antes de la Revolución Islámica de 1979, el ayatolá Jomeini ya había colocado a Palestina en el centro de sus preocupaciones políticas. Desde sus primeros momentos como figura pública y política, el Imam Jomeini logró institucionalizar el discurso sobre Palestina dentro del movimiento islamista iraní. Criticó firmemente al régimen Pahlavi, que era aliado de Israel y de los Estados Unidos. Esta alianza fue una de las razones fundamentales por las que el Imam Jomeini se opuso con determinación al Shah y a su política económica. Argumentaba que esta había convertido a Irán en un mercado repleto de importaciones israelíes, al mismo tiempo que Israel se había convertido en el principal importador de petróleo iraní.

Por otro lado, no se puede olvidar que en esos años previos a la Revolución, la represión del régimen Pahlavi estaba en manos del servicio secreto, SAVAK, el cual fue establecido y respaldado tanto por el Mossad (servicio de espionaje israelí) como por la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos)

Todo lo anterior se resume en la pregunta lanzada por el Imam Jomeini en uno de sus sermones: “¿Es el Shah un israelí?” Fueron este tipo de acusaciones públicas por parte del Imam Jomeini contra el “traidor Shah” lo que llevó a su arresto en junio de 1963. Como resultado de su detención, se desencadenó un levantamiento popular en apoyo del Imam Jomeini, conocido como el Movimiento del 15 de Jordad, que muchos expertos consideran como el primer episodio revolucionario que culminaría en 1979.

En paralelo a las llamadas a la liberación de Irán del imperialismo, el Imam Jomeini también expresó su deseo de liberar a Palestina de la opresión sionista. En este contexto, en 1968, el Imam Jomeini emitió una fatwa (un edicto islámico), en la cual declaraba que era obligatorio para todos los musulmanes destinar una parte de lo que se conoce como Jums (Un Quinto), una tasa islámica similar a la limosna, para ayudar a los militantes palestinos en su lucha.

Una vez instaurada la República Islámica en 1979, el tema de Palestina adquirió un papel determinante en la orientación ideológica de Irán. Al mismo tiempo, el Imam Jomeini declaró que el último viernes del mes de Ramadán sería conmemorado como el “Día de Al-Quds” y explicó que este día simbolizaba la solidaridad de la Umma (comunidad) con la causa palestina. En este sentido, el Imam Jomeini volvió a hacer uso de la diferencia ontológica básica a través de la cual Irán veía y continúa viendo la política: la diferencia entre oprimidos (mostazafin) y opresores (mostakberin). El líder iraní expresó esta dicotomía aplicada al caso palestino en los siguientes términos: “Estamos del lado de los oprimidos dondequiera que se encuentren. Los palestinos están oprimidos por los israelíes, por lo tanto, estamos con ellos”. El Imam Jomeini también declaró que la revolución iraní no estaría completa hasta que los palestinos lograsen su libertad.

En agosto de 1980, el Imam Jomeini explicó que el Día de Al-Quds representaba la lucha de los oprimidos contra los “opresores arrogantes”. Es esa misma dicotomía entre opresores y oprimidos la que justifica, desde la República Islámica, el rechazo a la existencia de Israel como Estado. En esta narrativa, el Estado sionista es visto como un Estado ilegítimo construido sobre las ruinas de los derechos palestinos. Es por esta razón que Israel es calificado como un “estado usurpador” por parte de las autoridades iraníes. Y es debido a esta usurpación sionista que se legitima y se obliga a los palestinos a recuperar todos los territorios ocupados.

El actual Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, ha seguido el camino del Imam Jomeini al otorgar a Palestina el inigualable estatus de la “cuestión más importante” para el mundo islámico, e ha invocado este tema con más frecuencia que cualquier otro en sus dos décadas de historia discursiva.

Para el Imam Jomeini, al igual que para los actuales dirigentes iraníes, la cuestión de Palestina es una cuestión “ummática”, lo que significa que afecta a toda la comunidad musulmana.

La relevancia de Palestina como símbolo “ummático” radica en que apunta a posibilidades políticas no limitadas por el vocabulario occidental. En otras palabras, la unión en torno al significante Palestina significa que es posible articular una identidad política autónoma, basada en un vocabulario islámico.

Para muchas personas, una explicación política basada en el Islam no puede considerarse válida para criticar al sionismo como un proyecto colonial. Se podría decir que la visión normativa es aquella que sostiene que Palestina no tiene nada que ver con el Islam. Siguiendo esta visión normativa, el Islam no puede funcionar como una identidad política que pueda oponerse a la opresión colonial. Además, el Islam no solo es visto como antipolítico, sino también como un factor de despolitización. El Islam no puede ser una categoría política porque, según la gramática occidental, las categorías políticas solo pueden expresarse en el idioma propio de Occidente.

El Día de Al-Quds supone un rechazo a lo que se ha llamado la “visión hegemónica” de lo político. Esta conmemoración recuerda que el Islam es intrínsecamente político. De hecho, es el único que prevé su disolución. Un Islam no político sería aceptar la visión colonial de que el lugar adecuado del Islam es ser una guía moral, algo interno, nunca una identidad política. También pone el foco en la existencia de una genealogía alternativa de resistencia colonial que tiene su propia gramática, una gramática que no se reduce al lenguaje de la “liberación nacional”.

Palestina, además, representa una lucha contra la deshumanización provocada por el actual orden moderno neoliberal. Sirve como constante recordatorio de la posibilidad de “palestinización” de los múltiples otros de Occidente considerados como no suficientemente humanos para ser protegidos. En este sentido, se puede definir a Occidente, entendido como ideología, como una maquinaria que produce un movimiento constante de inclusión-exclusión.

El espacio de la inclusión-exclusión es un espacio no dialéctico, es decir, la diferencia fundamental entre humanos vs no-humanos/no-suficientemente humanos es sólida, permanente, incluso si algunos grupos pueden fluctuar entre ambos espacios. Esta diferencia se mantiene gracias a una violencia constante contra los excluidos que va desde la naturalización de la exterminación, la expropiación, la dominación, la explotación, la muerte prematura y las condiciones que son peores que la muerte, tal y como se puede ver en Gaza.

La relevancia del Día de Al-Quds, en términos políticos, radica en dar agencia a los oprimidos, y al hacer esto consigue paralizar la maquinaria de la inclusión-exclusión característica de la modernidad y del orden neoliberal. El Día de Al-Quds significa poner al mostazafin en el centro y a través de esta figura rehumanizar el mundo, lo que supone fundar un mundo nuevo lejos del colonialismo, de la violencia y de la división entre humanos y no-humanos o no suficientemente humanos.

La activista franco-argelina, Houria Bouteldja, en su libro “Los Blancos, los judíos y nosotros”, habla del “amor revolucionario” como aquello que puede hacer que los diferentes excluidos de Occidente puedan conversar, converger y rehacer el mundo de una manera más justa. El Día de Al-Quds busca exactamente el mismo objetivo: construir un mundo de justicia desde Palestina pero que tiende puentes hacia el resto de lugares de sufrimiento, como Cachemira (Kashmir), los Rohingyas, las poblaciones racializadas en diferentes países occidentales, entre otros.

En este sentido, si bien es cierto que el Día de Al-Quds está basado en una visión islámica de la política y de la lucha anticolonial, lo cierto es que esto no obstaculiza la posibilidad de construir un movimiento hacia un horizonte de justicia compartido por los diferentes grupos de oprimidos. Ambos grupos, los mostazafin islámicos y los oprimidos extra-ummáticos, comparten la misma exclusión y están sometidos a la misma violencia.

Se puede concluir afirmando que el Día de Al-Quds aspira a edificar un mundo fundamentado en la justicia, la erradicación de la opresión y la abolición del supremacismo blanco. Ofrece un horizonte político anti-hegemónico para todos los excluidos.

XAVIER VILLAR