Publicada: viernes, 23 de febrero de 2024 7:05

La 60ª Conferencia de Seguridad se llevó a cabo del 16 al 18 de febrero en la ciudad alemana de Múnich, con la participación de más de 50 líderes mundiales. Por segundo año consecutivo, la República Islámica no estuvo representada.

En su lugar, o al menos en el intento de ocupar su espacio, se hicieron presentes figuras consideradas "opositoras", como Masih Alinejad, quien también estuvo presente en la edición del año pasado junto con Reza Pahlavi, entre otros. Durante el evento, se pidió que se declarara a la Guardia de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán como organización terrorista.

La ausencia de la República Islámica responde al intento de disciplinar a un país considerado "desobediente" desde la perspectiva discursiva representada por el "westernesse"; es decir, la familia de conceptos que otorga al secularismo y al liberalismo el poder normativo para definir qué es una buena política. Desde este punto de vista, la mera existencia de la República Islámica se percibe como una anomalía dentro de la comunidad internacional.

La justificación de la ausencia de Irán dada por los propios organizadores de la conferencia, especialmente su principal responsable, Christoph Huisgen, fue que Irán "continúa negando la existencia de Israel y continúa violando la ley internacional con su programa nuclear". Desde un punto de vista político, las explicaciones proporcionadas por los organizadores se resumen en lo anteriormente mencionado: Irán no respeta los límites políticos del "westernesse" y, por esta razón, debe ser castigado.

Desde el punto de vista de la República Islámica, esta ausencia se explica por una voluntad disciplinaria que implica mantener una división del mundo entre naciones amigas y aquellas vistas como no-amigas/enemigas. Es desde esta perspectiva que hay que analizar la Conferencia de Seguridad, como un foro en donde discutir, desde una perspectiva securitaria, los problemas del mundo. Esta visión securitaria pertenece al discurso del "westernesse" mencionado anteriormente. En concreto, el paradigma securitario sirve para otorgar a ciertos estados la potestad de monitorear, controlar e intervenir para disciplinar a aquellas otras naciones (o individuos) considerados como una amenaza.

Es decir, el verdadero poder del llamado Norte Global no radica en su desarrollo económico masivo, sino más bien en su capacidad para definir, representar y teorizar al "Otro". En la Conferencia de Múnich reaparece lo que se puede llamar el voyeurismo colonial en el sentido de intentar "traducir" los secretos políticos de los nativos, en este caso de la República Islámica, para ser entendidos y consumidos en Occidente. Este tipo de traducción se realiza muchas veces con la colaboración de esa figura imprescindible que se conoce como "informante nativo"; aquí radica la importancia de figuras como Alinejad y Reza Pahlavi.

Pero la Conferencia, en su actual configuración securitaria, no tiene en cuenta los cambios profundos que se han producido a nivel político, y en particular, la rearticulación del poder que ha tenido lugar recientemente en la región de Asia Occidental.

Estos cambios han implicado, por ejemplo, el aislamiento político de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, esto ha provocado un intento cada vez más enérgico de detener dicho aislamiento y reafirmar su cuestionada supremacía. Esta reafirmación ha llevado a los Estados Unidos a transformar al enemigo en un "criminal", lo que genera una justificación moral y legal de la violencia. Es decir, la sensación misma de aislamiento desencadena una reacción violenta en un intento por detener lo que se percibe como una pérdida.

El aislamiento de Estados Unidos no solo se detecta a nivel político-discursivo, sino también en la práctica, donde se puede observar que su poder de atracción ha disminuido. Un ejemplo de esto se puede ver en la ONU. En octubre y nuevamente en noviembre, Estados Unidos vetó resoluciones en el Consejo de Seguridad de la ONU que pedían un alto el fuego inmediato en Gaza bajo el argumento de que no condenaban a HAMAS. Sin embargo, el 12 de diciembre, en una sesión especial de la Asamblea General de la ONU, donde ningún país tiene poder de veto, se votó a favor de una resolución de alto el fuego con un margen de 153 votos a favor, 10 en contra y 23 abstenciones, que no mencionaba la condena a HAMAS. Los países que apoyaron la resolución incluyeron al grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), casi todos los demás países del Sur Global y algunos estados de Europa Occidental, incluyendo a Francia y España.

El aislamiento de Estados Unidos ha resultado, como se ha señalado anteriormente, en la pérdida de poder y, como consecuencia, en la pérdida de la capacidad de influir en otros. Por ejemplo, Estados Unidos no pudo influir en uno de sus principales aliados en la región, Arabia Saudí, para que este no firmara el "deshielo diplomático" con Irán diseñado por China. La incapacidad de influir en Arabia Saudí refleja la pérdida de poder en la región.

También es importante mencionar cómo la situación actual en Gaza ha evidenciado la formación de un bloque postcolonial donde las solidaridades no se expresan en términos del westernesse. Además del Eje de Resistencia, este bloque postcolonial ha destacado en la denuncia por genocidio contra Israel presentada por Sudáfrica como uno de sus mejores exponentes. Es decir, Estados Unidos no puede garantizar la seguridad de la colonia sionista ni militarmente ni judicialmente.

Volviendo a la Conferencia de Seguridad de Múnich, y a modo de conclusión, se puede afirmar que la ausencia de Irán en la misma perpetúa una visión securitaria que ha demostrado ser completamente ineficaz para abordar los desafíos geoestratégicos actuales en la región. Esta conferencia, en su formato actual, sigue contemplando el mundo desde la exclusividad del "westernesse", lo que implica, como se ha intentado explicar, una visión reduccionista y obsoleta, que tiene su máximo exponente en los Estados Unidos y su aislamiento.

XAVIER VILLAR