El 4 de agosto de 2021, se produjo una de las explosiones no nucleares más potentes en el mundo, en concreto en el puerto de Beirut, que se saldó con 207 muertos y más de 6500 desaparecidos.
El impacto del estallido fue tan fuerte que arrasó los edificios cercanos y causó daños en las infraestructuras colindantes, además de dejar en la calle a cientos de miles de personas.
Las secuelas son de tal magnitud, que Beirut aún no ha vuelto a la situación de antes de la explosión.



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