Un excepcional dispositivo de seguridad ha rodeado este miércoles los símbolos de la democracia estadounidense: Vallas de seguridad, alambre de púas y barricadas de hormigón cerca del Capitolio y la Casa Blanca. Es más, han cerrado varias carreteras y líneas de metro y hay control de vehículos.
La jura del demócrata Joe Biden cuenta con un dispositivo de seguridad de 25 000 efectivos, cifra que supera casi cinco veces las tropas estadounidenses en Irak y Afganistán.
El mandatario electo también planeaba ir en tren a la capital federal, sin embargo, fue en avión privado debido a las amenazas internas. A su vez, el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) investiga a las tropas de guardia en Washington en medio de los temores de un ataque interno.
De hecho, esta investidura es la primera sin asistencia pública; en esta ceremonia solo hay 1000 entradas mientras que hubo 200 000 habituales en las anteriores.
Las autoridades estadounidenses han mencionado la posibilidad de una amenaza interna, luego del asalto al Capitolio lanzado el 6 de enero por fanáticos seguidores del presidente saliente, Donald Trump.
El magnate neoyorquino no participa en la ceremonia de investidura de Biden y ha abandonado este mismo miércoles la Casa Blanca. De este modo, Trump, de 74 años, se ha convertido en el primer presidente en más de 150 años que no asiste a la investidura de su sucesor. El republicano, estará en su club Mar-a-Lago en Florida cuando Biden preste juramento al mediodía (17.00 GMT).
En su último viaje en el Air Force One que lleva a los Trump a su nueva residencia en Florida, el ya exgobernante deja atrás un país exhausto y conmocionado tras cuatro años de ansiedad, drama, violencia e inestabilidad y una presidencia marcada por el autoritarismo y la incompetencia.
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