Dividir para conquistar... o más bien, dividir para destruir. Tal es el clima de polarización social en Estados Unidos. El arquitecto de las divisiones es el presidente: Donald Trump.
Sólo la presencia policial evita una masacre entre trumpistas y sus opositores. Este microcosmos refleja a toda la nación: crisis social, política y económica; una tierra de confusión.
Blancos y negros, de izquierda o de derecha, ricos y pobres. El mensaje se pierde entre gritos e insultos, casi siempre en contra de los inmigrantes y sus familias.
Es así que mientras Trump habla de las maravillas de su Administración, The Washington Post afirma que el 60 % de los votantes se opone al presidente, favoreciendo la posibilidad de un juicio político.
Y es que la mayor parte de los estadounidenses ya no le creen a la actual Administración por sus numerosos escándalos morales, económicos, éticos y quizás, acuerdos comprometedores a puerta cerrada.
No obstante, a pesar de la evidente polarización social, Trump persiste en su agenda: violaciones a los derechos humanos de familias inmigrantes, persecución a la prensa independiente, posicionamiento de racistas en esferas de poder y favoritismo político para las élites económicas y corporaciones, entre otros aspectos.
Marcelo Sánchez, Miami.
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