“Si un misil se dirigiera a Guam o sobrevolara esta región, nosotros lo derribaríamos”, alertó el viernes Susan Thornton, subsecretaria de Estados de EE.UU. para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico.
La diplomática, que hablaba en una sesión informativa con periodistas extranjeros, afirmó que su país ya tiene la posibilidad de determinar exactamente dónde volará un posible proyectil y dónde aterrizará. “La cuestión sobre si aplicar o no las acciones militares depende de la situación concreta”, subrayó.
El líder norcoreano, Kim Jong-un, amenazó en julio con ataques a la isla de Guam, plan que luego suspendió, pero es posible que vuelva a la mesa tras un discurso agresivo del presidente estadounidense, Donald Trump, quien amenazó a Pyongyang en la 72ª reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas con una “destrucción total”.
Kim no dejó sin respuesta la retórica bélica de Trump, a la que consideró como “la declaración de guerra más feroz de la historia”. Asimismo, dijo que Trump “pagará caro” por su discurso, y que Pyongyang estaba considerando las acciones más fuertes contra su adversario.
Si un misil se dirigiera a Guam o sobrevolara esta región, nosotros lo derribaríamos", alertó Susan Thornton, subsecretaria de Estados de EE.UU. para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico.
Por su parte, el canciller norcoreano, Ri Yong-ho, aseveró el jueves desde Nueva York que su país podría realizar la prueba más poderosa de una bomba de hidrógeno en el océano Pacífico.
Corea del Norte llevó a cabo el pasado 14 de septiembre un disparo de un misil balístico —el último hasta la fecha— que sobrevoló la isla de Hokkaido, en el norte de Japón, antes de caer en el océano Pacífico. Dicho trayecto basta para cubrir el espacio que hay desde Pyongyang hasta Guam.
De todas formas, Susan Thornton recalcó ante periodistas que Estados Unidos “nunca aceptará a Corea del Norte como un estado nuclear”.
Pyongyang, que se conoce como una potencia nuclear, asegura una y otra vez que sus ensayos tienen carácter disuasivo y defienden su “derecho a la autodefensa” ante las “intenciones hostiles” de EE.UU. y sus aliados en la región (Tokio y Seúl).
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