Estos rascacielos en gran parte, delimitan la economía de la gran ciudad, pero al caer la noche, estos edificios se convierten en centros de tortura para miles de mujeres que se ganan la vida limpiando las oficinas de sus patrones.
De acuerdo a ellas mismas, al mismo tiempo que les dan el pan de cada día, también les roban su dignidad.
Los abusos y violaciones de los derechos humanos parecen aprovecharse de la situación y desventura de estas mujeres.
De los cientos de miles de mujeres que trabajan en estos edificios a lo largo y ancho de California, un gran número de ellas son víctimas de acoso sexual, y la gran mayoría no lo reportan porque tienen miedo a que el departamento de migración las deporte debido a su estado legal en el país.
Víctor Cordero, Los Ángeles.
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