Desde el momento en que se supo que los familiares y el Gobierno recibieron fotografías con los tres cuerpos de los periodistas secuestrados, el país poco a poco se arropó de luto e indignación, y aunque había una luz de esperanza, el ultimátum de 12 horas, hecho por el presidente Lenín Moreno, no fue efectivo, y tuvo que anunciarlo inevitable.
En la Plaza Grande de Quito, frente al Palacio de Gobierno, se encendieron velas, con las fotos de las víctimas, y entre el dolor, surgieron gritos de indignación, contra las autoridades.
Familiares, amigos, y ciudadanos, comenzaron a cuestionar las acciones de los funcionarios directamente relacionados.
Por su parte Moreno, hizo un llamado a la unidad y a la calma, para enfrentar la amenaza de la violencia.
Confirmó además la llegada al país de altos mandos militares de Colombia, acciones combinadas, y operativos de fuerzas de élite, para capturar al principal sospechoso.
Por su parte la cancillería de Ecuador ha confirmado que ya ha iniciado las gestiones, con apoyo de la Cruz Roja Internacional, para exigir la entrega de los 3 cadáveres, a sus familias.
Robinson Robles, Quito.
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