El hallazgo de cuatro cráneos con perforaciones y marcas extrañas alrededor de las mandíbulas en el Valle de Copiapó (norte de Chile) sin los cuerpos ni las joyas que acostumbraban a usar los incas en los rituales funerarios, han ofrecido pistas de que esta antigua civilización era un ‘imperio del terror’.
Un reciente análisis de los antropólogos Francisco Garrido y Catalina Morales, publicado en la revista Latin America Antiquity, a cuatro cráneos encontrados en las ruinas de la Iglesia Colorada, sugiere que los incas exhibían cabezas cercenadas en poblaciones recientemente conquistadas para demostrar su poder.
“Representarían un esfuerzo de dominio ideológico sobre poblaciones recientemente incorporadas al imperio, con el fin de demostrar poder y asegurar obediencia”, se lee en el abstracto del estudio, divulgado en agosto de 2019.
(Los incas) Representarían un esfuerzo de dominio ideológico sobre poblaciones recientemente incorporadas al imperio, con el fin de demostrar poder y asegurar obediencia”, se lee en el abstracto de un estudio sobre como el Imperio inca practicaba ciertos rituales terroríficos con el objetivo de subyugar a los recién llegados a este emporio.
Los autores explican que la expansión del pueblo inca hacia el valle de Copiapó, entre finales de 1400 y principios de 1500, implicó la catalización de importantes cambios políticos y simbólicos, así como cambios económicos en la producción minera y la instalación de infraestructura logística y administrativa.
De acuerdo con los antropólogos, los incas, como otras muchas civilizaciones antiguas, creían que la muerte era un viaje hacia otra vida, por lo que tenían rituales para despedir los cuerpos, que consideraban sagrados.
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