El presidente de EE.UU., Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, le aguaron la fiesta a Corea del Sur, que preparaba un gran festejo por el acuerdo que iba a salir de la cumbre en Vietnam. Los mercados se asustaron, las bolsas bajaron y los presidentes de los países vecinos se preocuparon.
El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, pidió al Consejo de Seguridad Nacional que busque la manera de salvar el diálogo entre EE.UU. y Corea del Norte.
El colapso de la cumbre en Hanói, capital de Vietnam, también supuso un golpe para Moon, quien esperaba que el alivio de las sanciones estadounidenses ayudara a reiniciar proyectos intercoreanos.
Para reducir la tensión, Corea del Sur y EE.UU. han decidido cancelar sus ejercicios militares anuales a gran escala, que tanto indignan a Corea del Norte, y sustituirlos por unos más reducidos. No obstante, el Ministerio surcoreano de Defensa asegura que esta decisión no perjudicará su preparación militar.
Por su parte, la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) informa que el reactor del complejo nuclear de Yongbyon, clave para la producción de armas nucleares de Corea del Norte, lleva meses cerrado y sus actividades continúan suspendidas.
Pyongyang dice haber dado pasos de buena fe. Sin embargo, EE.UU. rechaza levantar todas las sanciones contra Corea del Norte e insiste en su completa desnuclearización.
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