El lunes, el Gobierno del presidente Iván Duque tiene previsto una serie de encuentros con los que espera poder satisfacer las demandas económicas de los ciudadanos. Sin embargo, el mandatario se queja de lo que llama la impaciencia de la ciudadanía, afirmando que no hay soluciones mágicas para los problemas.
Pese a todo, las protestas continúan. Los ciudadanos no abandonan la lucha. Afirman que el Gobierno no tiene una intención real de solucionar la pobreza, los altos costos de vida, el roto sistema de educación, la corrupción y el resto de los problemas del país, ya que Duque sigue sin querer dialogar con representantes de los manifestantes.
En las calles, es difícil palpar los intentos del Gobierno de calmar las protestas. Las calles están literalmente invadidas por militares y policías y al crecer el número de manifestantes, la estrategia es siempre la misma: atacar para dispersar.
La violencia ha dejado hasta el momento dos muertos y decenas de heridos. Los manifestantes no desisten. Hasta el Parlamento colombiano está pensando en soluciones para solventar la crisis. La respuesta, según los legisladores, pasa por revertir una serie de medidas económicas y sociales del Gobierno que desencadenaron las protestas.
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