Marruecos anunció el martes su decisión de cortar cualquier lazo diplomático con Teherán, aduciendo para ello el supuesto respaldo de este país al Frente Polisario. Además acusó a Hezbolá de tener vínculos con los integrantes de la organización histórica que defiende la autodeterminación del Sáhara Occidental, cuya soberanía reclama Rabat.
La Resistencia libanesa reaccionó inmediatamente y desmintió en un comunicado emitido la misma jornada, las acusaciones relacionadas con entrenar y armar a combatientes del Frente Polisario.
Hezbolá se mostró convencido de que Washington, Riad y el régimen de Tel Aviv están detrás de la medida anunciada por Rabat. El mismo Frente también ha refutado la idea.
La embajada de Irán en Argelia asimismo rechazó estas acusaciones, tildándolas de “falsas”.
El canciller saudí, Adel al-Yubeir, no obstante, celebró la medida antiiraní de Rabat y repitió las acusaciones infundadas que pronuncia de vez en cuando contra el país persa. Señaló, sin presentar pruebas, que Irán “está desestabilizando” los países árabes e islámicos, con su política de injerencia.
El deterioro de las relaciones entre Teherán y Rabat alegró también a los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
El Sáhara Occidental es una zona en litigio entre Marruecos y el Frente Polisario desde 1975, año en el que, tras la realización de la llamada “Marcha Verde”, el territorio dejó de ser colonia española. Desde entonces el Frente Polisario y Marruecos se disputan ese territorio y se producen constantes denuncias de violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte del Gobierno marroquí.
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