“La situación en el estado de Rajine, en el norte de Myanmar (Birmania), era totalmente previsible (…) El Consejo de Seguridad de la ONU debería haber visto esto venir hace mucho tiempo”, dijo el martes Louis Charbonneau, director del Observatorio de Derechos Humanos (HRW, por sus siglas en inglés) en EE.UU.
Estos comentarios fueron pronunciados en una conferencia de prensa conjunta en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la que estaban presentes Charbonneau y el representante de Amnistía Internacional (AI) y denunciaron la limpieza étnica en el estado birmano de Rajine.
Charbonneau afirmó que su ente se dio cuenta de lo que estaba pasando en el país asiático hace un año cuando estaba “en menor escala: asesinatos, incendios de pueblos... Ahora es mucho peor”, con la comunidad Rohingya —minoría musulmana de Birmania— huyendo de la violencia en su país hacia Bangladés.
En sus declaraciones, pronunciadas antes de las discusiones cerradas del Consejo este miércoles sobre la crisis de Myanmar, los dos representantes manifestaron que quisieron destacar el fracaso del cuerpo más poderoso de la ONU para pedir fin de la violencia usada por Myanmar para perseguir a los rohingyas.
La situación en el estado de Rajine, en el norte de Myanmar, era totalmente previsible (…) El Consejo de Seguridad de la ONU debería haber visto esto venir hace mucho tiempo”, dijo Louis Charbonneau, director del Observatorio de Derechos Humanos (HRW, por sus siglas en inglés) en EE.UU.
En su opinión, los miembros del CSNU deben empujar la celebración de una reunión abierta, exigir el fin de los asesinatos, el acceso humanitario a los rohingyas y el acceso a una misión de investigación nombrada por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHNU).
Por su parte, Tiran Hassan, directora de emergencias de Amnistía Internacional, participaba en la conferencia de prensa a través de un vídeo conferencia desde el sureste de Bangladés, a donde llegaron los rohingyas. Ella ha descrito el flujo como “un mar de miseria humana”, advirtiendo que “cada día hay más horrores”.
“La gente está caminando durante días escapando de lo que sólo se puede describir como abusos generalizados y sistemáticos (…) Es una campaña que apunta a los rohingyas”, no es una operación de contrainsurgencia como afirma el Gobierno de Myanmar, alertó Hassan.
Ambos activistas coincidieron en que lo que está pasando en Myanmar se trata de “una crisis de paz y de seguridad internacional” con la muerte de personas y quema de aldeas, recalcando que el Consejo de Seguridad no tiene ninguna excusa para no hacer nada a este respecto.
Según las estimaciones de la ONU, la violencia contra los rohingyas ha provocado hasta ahora más de 1000 muertos. Ante el genocidio que se realiza en su contra, unos 370.000 rohingyas han huido en las últimas dos semanas a Bangladés en busca de seguridad mientras la comunidad internacional sigue callada.
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