"Existen pruebas aplastantes de que las fuerzas de seguridad llevan a cabo una campaña de limpieza étnica" contra los rohingyas, dice un comunicado de la AI publicado este martes.
Así, el organismo pro-Derechos Humanos se ha referido al discurso que ha ofrecido en la misma jornada de hoy martes Suu Kyi en la Asamblea Nacional de Myanmar (Birmania), en el que ha defendido su actuación ante el genocidio de musulmanes rohingyas y la grave crisis humanitaria a la que son objetos.
Según AI, el discurso de la consejera de Estado birmano equivale a “poco más que una mezcla de mentiras y culpa de la víctima”.
Existen pruebas aplastantes de que las fuerzas de seguridad llevan a cabo una campaña de limpieza étnica" contra los rohingyas, dice un comunicado de Amnistía Internacional (AI).
A continuación, califica de positivo el hecho de que Suu Kyi condenara las violaciones de Derechos Humanos en Rajine (oeste de Birmania), pero la critica por mantener silencio ante el papel que juegan las fuerzas de seguridad de este país asiático en este genocidio.
Al tachar de “huecas” las palabras de Suu Kyi de que Myanmar no teme un “escrutinio internacional”, el texto recuerda que Myanmar ha dejado claro en reiteradas ocasiones que no cooperará con una misión establecida a principios de este año por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para averiguar los hechos en Rajine.
“Si Myanmar no tiene nada que esconder, debería permitir que investigadores de la ONU entren en el país, incluido en el estado de Rajine. El Gobierno también debe permitir con urgencia a los actores humanitarios un acceso completo y sin restricciones a todas las áreas y personas necesitadas en la región”, agrega el comunicado.
En reacción a las intenciones del Gobierno birmano para facilitar la vuelta de los rohingyas a Myanmar, quienes huyeron a Bangladés por la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad birmanas, que “gozan de una impunidad casi total”, Amnistía Internacional ha dejado claro que estos refugiados “no pueden regresar a este terrible statu quo”.
La líder ‘de facto’ de Myanmar y la Nobel de la Paz 1991 es muy criticada recientemente por mantener silencio ante el genocidio de los rohingyas hasta hoy. Anteriormente, ella se limitó a decir que la crisis está siendo distorsionada por un enorme “iceberg de desinformación”. Aun cuando los desplazados rohingyas dicen que el Ejército de este país ha estado llevando a cabo una brutal campaña de represión en su contra, incendiando pueblos y atacando a civiles con el ulterior propósito de expulsarlos de Myanmar.
zss/rha/rba
