“Aquí está sucediendo un genocidio (…) Todo está destruido por los militares, ahora estamos sin comida y sin mantas”, comenta Mohamad Harun, un desplazado de la minoría musulmana Rohingya en Myanmar (Birmania).
Citado en un informe del domingo de la cadena estadounidense CNN, el desplazado enfatiza que tuvo que abandonar sus tierras y dejar todo, salvo “recuerdos de asesinatos, violaciones y aldeanos incendiados” por las operaciones de desalojo de las fuerzas del orden del país.
“Nos están golpeando, disparando contra nosotros y pirateando a nuestra gente hasta la muerte”, denuncia Hamida Begum, otra desplazada en busca de refugio en la frontera con Bangladés.
A continuación, lamenta la tortura y el asesinato de muchos miembros de su etnia así como la violación y el posterior asesinato de las mujeres por los militares: “somos muy pobres”, resalta.
Aquí está sucediendo un genocidio (…) Todo está destruido por los militares, ahora estamos sin comida y sin mantas”, comenta Mohamad Harun, un desplazado de la minoría musulmana Rohingya en Myanmar (Birmania).
“Hemos tenido que huir para salvar nuestras vidas, no nos permiten movernos libremente, nos privaron de todo (...) Recogen a la gente de su casa y le piden rescate. Muchas personas fueron muertas a tiros”, agrega Begum.
Los rohingyas son una población musulmana minoritaria en Myanmar, a los que se niega el derecho a la ciudadanía a pesar de haber vivido allí durante generaciones.
En los últimos días, las autoridades birmanas han lanzado una fuerte política de represión contra esta población, masacrando a sus miembros y quemando sus casas, y se calcula que entre 200.000 y 500.000 refugiados rohingyas viven actualmente en la precariedad, la mayoría en campamentos miserables y superpoblados.
Los incesantes ataques brutales y las duras condiciones de vida han obligado a esta población a abandonar sus casas y buscar refugio en el país vecino Bangladés. Y como consecuencia, ahora, miles de desplazados han recorrido un duro camino y ya se encuentran en la frontera del país sin acceso a sus necesidades básicas.
El año pasado, hasta 85.000 rohingyas cruzaron la frontera siguiendo una racha similar de violencia.
“La persecución de este pueblo ha estado ocurriendo durante décadas” sin haber preocupado a la comunidad internacional, ha indicado Sally Smith, directora ejecutiva del Nexus Fund, una ONG comprometida a prevenir atrocidades en masa.
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