Hace tan solo unos días un pirata informático afirmó haber robado los datos personales del más de 80 por ciento de los israelíes.
El hacker, que se identificó como Sangkancil, reveló por primera vez que se había apoderado de los datos de los municipios ocupados por los israelíes el domingo en un post publicado en la aplicación de mensajería Telegram y luego el lunes, difundió imágenes de documentos para corroborar sus declaraciones.
El atacante dice que robó la información personal de siete millones de israelíes del sitio web CITY4U, utilizado por las autoridades locales del régimen de Tel Aviv para procesar pagos como los impuestos sobre la propiedad, las multas y las facturas de servicios públicos.
Hasta el momento, las autoridades israelíes no han confirmado la información, sin embargo, medios israelíes advierten que, si las afirmaciones del atacante se confirman, el hackeo sería una de las más graves violaciones de la privacidad en la historia de este régimen ocupante.
Hace tres semanas hubo otro ataque similar contra la universidad de Bar Ilan, entre quienes figuran agentes de seguridad y de inteligencia. Debido al hackeo, se produjo una fuga de datos personales de alumnos y profesores de la universidad Bar Ilan. De hecho, cuando el ente se negó a pagar 2,5 millones de dólares a los demandantes, los hackers hicieron públicos los datos.
No es la primera vez que se roban los datos personales de los residentes israelíes, lo que muestra cuán débil y vulnerable es el régimen de Tel Aviv ante los ataques cibernéticos.
Estas violaciones cibernéticas se producen en el contexto de una falla de seguridad masiva en una prisión de Israel cuando seis prisioneros palestinos escaparon de una cárcel israelí la semana pasada. La fuga ha sido descrita como una vergüenza para el régimen ya que la prisión de Gilbao es una de las prisiones de más alta seguridad de Israel, por lo que, la policía israelí se vio obligada a elevar el nivel de alerta por seguridad en todos los territorios ocupados mientras acelera la búsqueda de seis presos.
El estado de alerta está ahora en tres, solo uno por debajo del nivel más alto, y se aplica a todos los territorios ocupados a medida que las fuerzas de seguridad prosiguen con las tareas de captura de los fugados, de los que no hay rastro a pesar de haber pasado cuatro días desde su evasión.
Los cuerpos policiales reforzarán su presencia en espacios donde se prevén reuniones públicas y centros comerciales. A su vez, se preparan para una posible emergencia ante temores de que la situación actual derive en un mayor repunte de violencia regional.
Muchos palestinos ven a los fugados como héroes que lograron deshacerse del yugo israelí en una huida excepcional que expuso una serie de aparentes fallas en la prisión de Gilboa y evidenció una grave brecha de seguridad.
Ahora los reiterados ataques ciberneticos y la fuga de los reos palestinos de una de las carceles más seguras de Israel ponen entre dicho el sistema de vigilancia y la rígida seguridad del régimen israelí.
Expertos opinan que Israel ha quedado humillado y se ha puesto en cuestión su capacidad militar y la potencia represiva de sus cárceles. De hecho, el régimen israelí enfrenta a una nación palestina que ya ha incorporado la cultura de la Intifada (levantamiento) y de la resistencia permanente.
Entretanto, desde los propios territorios ocupados admiten que la detención de los presos no socavará el gran logro que han conseguido los palestinos con esta huida. En esta línea, la periodista israelí Dana Bin Shimon destaca que los presos palestinos “retaron a Israel” al romper todas sus medidas de seguridad.
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