• Un dron espía modelo Scan Eagle,de fabricación estadounidense.
Publicada: sábado, 11 de diciembre de 2021 1:22
Actualizada: sábado, 11 de diciembre de 2021 6:56

Otro dron estadounidense de la llamada coalición saudí sucumbe ante disparos del Ejército yemení y los comités populares en la provincia de Marib (centro-oeste).

Mediante un comunicado emitido el viernes por la noche, el portavoz del Ejército de Yemen, el teniente general Yahya Sari, anunció que las defensas aéreas habían logrado derribar otro dron espía, modelo Scan Eagle de fabricación estadounidense, mientras que realizaba actos hostiles en el espacio aéreo de la región de Sirwah, sita en la provincia petrolera de Marib, informó la cadena yemení Al-Masirah.

En este sentido, el miércoles, las fuerzas yemeníes, que cuentan con el apoyo del movimiento popular Ansarolá, también derribaron otro avión no tripulado espía, modelo CH-4 de la llamada coalición saudí, cuando volaba la localidad de Al-Wadi, situada en Marib, y un Scan Eagle en el distrito de Al-Yuba en la misma provincia.

Esto ocurrió en momentos en que el Ejército yemení penetra en los últimos puntos de defensa de las fuerzas leales al expresidente fugitivo yemení Abdu Rabu Mansur Hadi, apoyado por Arabia Saudí, particularmente en Marib.

 

El 30 de noviembre, el presidente del Consejo Político Supremo yemení, Mahdi al-Mashat, informó que 14 ciudades de la provincia de Marib habían regresado prácticamente a los brazos de su patria y solo quedaban dos ciudades. Además, enfatizó que la toma de Marib se considera un paso positivo en interés de la “paz y la seguridad” de todo Yemen.

La reconquista de Marib asestará un duro golpe a la llamada coalición, liderada por Riad, ya que utilizan esta provincia como un muro para bloquear los avances del Ejército yemení y de los combatientes del movimiento popular Ansarolá hacia las provincias de Hadramaut (sureste) y Shabwa (este), ricas en petróleo.

En noviembre, el jefe del Comité Supremo Revolucionario de Yemen, Mohamad Abdul Salam, dejó claro que, desde el primer día del inicio de la agresión, el Gobierno de Saná estuvo seguro que la coalición estaba “condenada al fracaso”

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