La Turquía del presidente Recep Tayyip Erdogan llegó de una política exterior basada en la premisa “cero problemas con los vecinos” a no hay ningún vecino con el que no tenga problemas.
Semejante giro político, que pasó de lazos pacíficos y amistosos con los vecinos a intervenciones militares o no militares, directas o indirectas, en Siria, Irak y Libia, recuerda a la teoría de la “vuelta a la era otomana”.
Erdogan defiende sus drásticos cambios en política exterior y sus ataques a ciertos países, aduciendo sus preocupaciones de seguridad, pero hay analistas y expertos que señalan que el motivo tiene que ver con las importantes reservas de petróleo y la importancia estratégica de los países regionales a los que ataca haciendo caso omiso a sus soberanías nacionales y al derecho internacional.
Desde el comienzo del levantamiento popular en el mundo árabe, Ankara decidió adoptar un papel activo para dar refugio y ayudar a militantes armados y terroristas, muchos de los cuales están acusados de crímenes de guerra y abusos contra los derechos humanos.
Damasco, basándose en muchos informes que corroboran la información, denuncia que Turquía ha estado armando a los grupos terroristas casi desde el inicio de la crisis en Siria en 2011. Además, Rusia ha revelado este sábado que Turquía ha entregado decenas de tanques al grupo terrorista Frente Al-Nusra (autodenominado Frente Fath Al-Sham) en la provincia siria de Idlib.
El presidente de Siria, Bashar al-Asad, denunció el pasado 14 de noviembre, que la verdadera intención de Ankara para crear una zona segura en el norte de Siria es “trasladar a las milicias y a los terroristas”, que fueron derrocados por el Ejército sirio, para “crear una nueva comunidad extremista”.
Turquía además desplegó tropas en Irak para iniciar una ofensiva contra los milicianos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo). Al aventurerismo de Ankara en Siria e Irak se suma Libia. El Parlamento turco sopesaba autorizar el envío de fuerzas armadas a Libia para respaldar al Gobierno de Trípoli frente a la ofensiva de Jalifa Haftar, que lucha para gobernar el país.
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