El Departamento de Defensa de EE.UU. (el Pentágono) confirmó el jueves el sobrevuelo de cazas venezolanos sobre el destructor estadounidense USS Jason Dunham mientras navegaba en aguas del mar Caribe y describió la maniobra como una “demostración de fuerza”, acusando a Caracas de buscar interferir en sus operaciones contra el narcotráfico.
La medida se produce en medio de crecientes tensiones entre Venezuela y Estados Unidos, luego de que la administración de Donald Trump desplegara buques de guerra, incluidos tres destructores de misiles guiados, con más de 4500 efectivos en el sur del mar Caribe, cerca de las costas venezolanas, con el supuesto objetivo de enfrentar a los cárteles de la droga, aunque se sabe que el 90 % de estas drogas llega a EE.UU. a través del océano Pacífico.
Además, el presidente de EE.UU. anunció el martes un ataque aéreo contra una embarcación procedente de Venezuela que, según la versión estadounidense, transportaba drogas y era operada por el grupo criminal Tren de Aragua. El ataque dejó once muertos.
El ministro de Interior venezolano, Diosdado Cabello, criticó el ataque, considerando que fue una ejecución “sin fórmula de juicio”. Por su parte, el ministro de Comunicación, Freddy Ñáñez, aseveró en Telegram que las imágenes del ataque eran “un video con inteligencia artificial”.
El Gobierno venezolano ha rechazado categóricamente la acusación de narcotráfico, advirtiendo sobre intentos de Washington de utilizar la supuesta lucha contra el narcotráfico como pretexto para “agredir” a Venezuela.
El presidente venezolano afirmó el lunes, antes del ataque contra la lancha, que su país enfrenta “la más grande amenaza” que haya visto América Latina en un siglo. “Si Venezuela resulta agredida, nos declararemos en lucha armada”, dijo.
En respuesta, Venezuela anunció la movilización de millones de reservistas y milicianos populares, así como el despliegue de drones y patrullajes fluviales para reforzar la defensa de su territorio nacional.
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