“Espero que nuestros eternos enemigos, los arrogantes británicos, entiendan que desplegar un contingente militar oficial en Ucrania significará una declaración de guerra a nuestro país”, advirtió el viernes el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dimitri Medvédev, en la aplicación de mensajería Telegram.
De este modo, estaba respondiendo a una visita a Kiev el viernes del primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, para firmar un acuerdo de seguridad con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Medvédev recordó que el premier del Reino Unido vino a mostrar su apoyo a Ucrania, días después de que Kiev bombardeara la ciudad rusa de Belgorod, en el sur de Rusia, con municiones de racimo.
“¿Qué diría la opinión pública occidental si la delegación británica fuera atacada con municiones de racimo en el centro de Kiev, como ocurrió con los civiles de nuestro Belgorod?”, cuestionó.
En un ataque ucraniano “indiscriminado” utilizando bombas de racimo el 30 de diciembre, al que se refirió Medvédev, murieron 25 personas, incluidos cinco niños, y más de 100 sufrieron heridas.
Sunak visitó Kiev el viernes para firmar un “acuerdo de seguridad histórico” y anunció 2500 millones de libras (casi 3100 millones de dólares) en apoyo militar a Ucrania, centrándose en reforzar las capacidades militares del país mediante tecnología de vanguardia, incluida la compra de nuevos drones militares.
Rusia comenzó su operación militar en el territorio ucraniano el 24 de febrero de 2022, con el objetivo de “desmilitarizar” y “desnazificar” a Kiev, y evitar que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), encabezada por EE.UU., lo convierta en una base antirrusa.
Desde el principio, el Reino Unido como aliado de Ucrania ha destinado millones de dólares al envío de armas a Kiev, ayuda que, según las autoridades rusas “echa leña al fuego” del conflicto, lo que “tendrá repercusiones trágicas”.
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