“Después de que se fabrique la primera serie de este armamento y se lleve a cabo con éxito un lanzamiento controlado sobre un misil balístico, el sistema Avangard podrá estar listo para entrar en servicio a finales de 2018. A más tardar, estaría operativo para 2019”, aseguró una fuente anónima del sector de Defensa rusa a la agencia local TASS que ha publicado este jueves dichas declaraciones.
La fuente consultada sostuvo que con la puesta en marcha del complejo hipersónico Avangard las otras divisiones de misiles dentro de la Fuerza Estratégica de Misiles de Rusia no se verán afectadas.
En este contexto, añadió que este sistema más avanzado de armamento hispersónico estará en funcionamiento y cohabitando paralelamente con otros complejos de misiles ya en fase de desarrollo.
El pasado 1 de marzo, Putin dio a conocer Avangard, uno de sus armas más avanzadas durante un acto celebrado en Moscú, donde aseveró que Rusia daría “una respuesta simétrica e inmediata” a cualquier ataque con armas nucleares en su contra. El mandatario ruso presentó también otro misil, llamado Kinzhal, que es un arma hipersónica diseñada para atacar a los portaaviones y otros objetivos bien defendidos.
Después de que se fabrique la primera serie de este armamento (Avangard) y se lleve a cabo con éxito un lanzamiento controlado sobre un misil balístico, el sistema Avangard podrá estar listo para entrar en servicio a finales de 2018. A más tardar, estaría operativo para 2019”, asegura una fuente anónima del sector de Defensa rusa a la agencia local TASS.
Avangard es un vehículo capaz de moverse por la atmósfera terrestre y puede alcanzar velocidades por encima de Mach-20, por ende, es tan rápido que si es lanzado desde Moscú llegaría a impactar en Washington (capital estadounidense) en quince minutos, y ningún sistema de defensa antiaérea de EE.UU. podría destruirlo para evitar su impacto por tratarse de un cohete hipersónico, ha señalado el texto.
Esta arma es muy maniobrable y puede ser instalada prácticamente en cualquier misil balístico intercontinental (ICBM, por sus siglas en inglés) y se mueve dentro de una nube de plasma como un meteoro imposible de interceptar. Su temperatura durante el vuelo varía entre 1600 y 2000 grados Celsius.
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