Por: Hoda Yaq *
El 3 de marzo de 2025, Mahdieh Esfandiari, una académica iraní de 39 años residente en Lyon, una ciudad ubicada en el centro-este de Francia, fue arrestada por agentes de seguridad franceses tras un sorpresivo allanamiento en su hogar.
Su familia describió el hecho como un caso de secuestro o toma de rehenes, asegurando que los agentes llegaron sin previo aviso, la introdujeron a la fuerza en una furgoneta y la retuvieron durante meses sin cargos ni acceso a asistencia legal.
Durante más de 50 días, se le negó cualquier tipo de acceso telefónico, fue mantenida en confinamiento solitario y se le impidió comunicarse con su familia o amigos. Esta situación continuó hasta mediados de abril.
Según las comunicaciones de Mahdieh con su familia, su interrogatorio dentro de la custodia de la policía francesa pronto se convirtió en un tormento psicológico sistemático. Le arrancaron el hiyab (velo islámico), como su hermana también reveló en una entrevista reciente con Press TV.
No tuvo más opción que usar la sábana de su cama para cubrirse la cabeza cada vez que realizaba sus oraciones diarias, y además fue sometida a una revisión corporal completa por parte de oficiales franceses masculinos.
A pesar de pasar meses en confinamiento solitario sin ver el cielo ni la luz del sol, las autoridades francesas se negaron a devolverle el hiyab, privándola incluso de unos minutos bajo los rayos del sol.
Este arresto no fue ni un asunto criminal ni un cumplimiento de derechos civiles. Nunca se presentó evidencia alguna de conducta ilícita, y los cargos formulados en su contra, vagamente definidos como “apología del terrorismo”, carecen de base fáctica o legal, lo que convierte el caso en algo altamente sospechoso.
El único “delito” que ha cometido es hablar en favor de los derechos de los palestinos en Gaza, quienes han sido sometidos a un holocausto moderno por parte del régimen israelí, con el apoyo de Francia.
Según la ley francesa, cualquier detención que supere las 48 horas sin una orden judicial es ilegal. Sin embargo, Esfandiari ya lleva 200 días tras las rejas bajo acusaciones vagamente definidas de “amenaza a la seguridad nacional”.
Nunca se ha presentado evidencia concreta que respalde estas falsedades. Su caso infringe directamente las garantías consagradas en el Código de Procedimiento Penal de Francia y la Convención Europea de Derechos Humanos.
Después de siete meses, ha quedado completamente claro que el arresto y los cargos contra Esfandiari son acusaciones infundadas y falsas, y que París tiene la intención de utilizarla como una ficha de cambio en un intercambio de prisioneros con Irán, intercambiando su libertad por los nacionales franceses detenidos en Teherán por cargos de espionaje.
Los defensores de los derechos humanos advierten que Francia ahora está arrestando arbitrariamente a ciudadanos iraníes en su territorio simplemente para obtener concesiones diplomáticas del poder judicial iraní, con el fin de asegurar la liberación de sus espías condenados en Irán.
Francia se proclama a gran voz como defensora de la libertad de expresión a nivel mundial. Desde el episodio de Charlie Hebdo en 2015, los sucesivos presidentes franceses han reforzado la defensa de las caricaturas satíricas, incluso aquellas que insultan al Profeta del Islam, en nombre de la laicidad (secularismo estatal).
⭕⭕⭕ 200 DAYS ⭕⭕⭕
— #FreeMahdieh (@free_mahdieh) September 15, 2025
‼️200 days since the wrongful arrest of Iranian academic Mahdieh Esfandiari in France over pro-Palestine social media activity. #FreeMahdieh
[Photo: @PressTV] pic.twitter.com/2EVWymA2vs
Sin embargo, cuando los propalestinos en París protestan contra las políticas proisraelíes del gobierno francés, apoyando el genocidio en Gaza en curso, mediante pancartas, consignas y sentadas, se encuentran con gas lacrimógeno, arrestos masivos e investigaciones criminales de largo plazo por “extremismo violento”.
El ministro del Interior de Francia ha declarado públicamente que las manifestaciones pro-Palestina en el país constituyen una amenaza para el orden público.
Resulta realmente sorprendente que el gobierno de París considere que las caricaturas despectivas hacia el Islam son una forma protegida de expresión, mientras que la solidaridad política con los palestinos se convierte en un crimen contra el orden público.
El supuesto apoyo de Francia a los “derechos” de las mujeres iraníes revela otra contradicción flagrante. Durante los disturbios denominados “Mujer, Vida, Libertad” en 2022 en Irán, los parlamentarios franceses se cortaron públicamente el cabello en “solidaridad” con las mujeres iraníes, y grupos de mujeres realizaron representaciones parcialmente desnudas en las calles para “defender” la dignidad de las mujeres iraníes.
Sin embargo, hoy, ese mismo gobierno ha fabricado cargos contra una “mujer iraní” que no cometió ningún crimen y que ha sido sometida a meses de tortura física, psicológica y emocional en una prisión francesa.
El arresto y encarcelamiento de Esfandiari exponen de manera tajante los evidentes dobles estándares y el doble discurso en la aproximación de Francia a la libertad de expresión e incluso a la libertad de las mujeres.
Revela que la libertad de expresión solo es tolerada cuando se alinea con los intereses políticos del gobierno francés. Cualquier crítica a Occidente o a Israel es rápidamente y brutalmente suprimida.
En tal entorno, una mujer iraní disidente puede ser convertida en una ficha de negociación en los juegos políticos de Francia. Esto no es la protección de los derechos humanos, sino el silencio y la destrucción de cualquier voz que se atreva a desafiar la propaganda de la narrativa occidental, todo bajo la apariencia del imperio de la ley.
El caso de Esfandiari pone al descubierto la flagrante violación de los derechos humanos y la completa ausencia de libertad genuina de expresión en Occidente, incluida Francia.
Lo que se denomina “libertad de expresión” no es más que una fachada, una que se ha desmoronado ante casos como el de Esfandiari y muchos otros activistas de derechos humanos como Rima Hassan y Shahin Hezami.
Hoy, bajo el lema de la libertad de expresión, el gobierno francés no solo no defiende la humanidad ni la libertad de los individuos, sino que, con una hipocresía descarada, condena a los defensores de la dignidad humana y a los críticos del genocidio más atroz de la historia a los castigos más severos.
* Hoda Yaq es escritora y activista de derechos humanos basada en Teherán.
Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.