Publicada: domingo, 16 de febrero de 2025 23:29

El 16 de febrero se conmemora el 33.º aniversario del martirio del ex secretario general de Hezbolá libanés, Seyed Abás al-Musawi.

Por: Hiba Morad

 Este domingo se conmemora el 33.º aniversario del martirio del ex secretario general del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), Seyed Abás al-Musawi, una figura imponente y venerada en la ilustre historia de la Resistencia islámica en el Líbano.

A pesar de su breve liderazgo al frente de Hezbolá entre 1991 y 1992, dejó una huella imborrable, forjando el movimiento con una determinación inquebrantable hasta su asesinato a manos de las fuerzas de ocupación israelíes, según recordó su familia al portal de Press TV.

Su hija, Batul al-Musawi, evocó la inigualable entrega de su padre, destacando que Seyed Abás consagró su breve pero trascendental vida a causas militares y sociales, viajando incansablemente en cumplimiento de su misión.

“Aún hoy seguimos viendo los frutos de su arduo trabajo, nacido de su sincera dedicación”, expresó en una entrevista exclusiva con Press TV.

El 16 de febrero de 1992, mientras el pueblo libanés conmemoraba el octavo aniversario del martirio del fundador de Hezbolá, el sheij Raqeb Harb, helicópteros Apache israelíes emboscaron su convoy en la localidad de Tefahta, asesinándolo junto a su esposa, su hijo Husein de cinco años y otras cuatro personas.

Regresaban de una ceremonia en honor al mártir Harb cuando fueron atacados camino a Beirut.

Firme defensor de la resistencia contra la entidad sionista, Seyed Abás se inspiró ideológica y estratégicamente en la postura inquebrantable del sheij Harb contra el sionismo.

Treinta y tres años después de su martirio, el portal de Press TV repasa su extraordinaria vida, una historia de resiliencia, sacrificio y un legado perdurable que sigue marcando el presente.

En la primera línea de combate

Desde sus inicios, Seyed Abás emergió del seno del pueblo, viviendo entre ellos, comprendiendo sus luchas y compartiendo sus esperanzas, relataron sus familiares a Press TV.

No era solo un líder, sino también un amigo, un mentor y una figura paterna cuya presencia era profundamente apreciada. Su amor por la gente no conocía límites, y les correspondía con un cuidado inquebrantable, guiándolos y comprometiéndose con su causa sin vacilaciones.

“Un líder humilde, amigo y padre para muchos, brindó orientación y concienciación a los combatientes de la resistencia que se enfrentaban al régimen de apartheid y su ocupación”, recordó su hija Batul, destacando su constante presencia en las mezquitas, donde no solo dirigía las oraciones, sino que también entablaba profundas conversaciones con los jóvenes sobre la vida, la fe y la resistencia.

Sus palabras calaron hondo en esos jóvenes que lo rodeaban, muchos de los cuales se unieron más tarde a la resistencia contra la entidad sionista.

Seyed Abás no era un líder que dirigía desde la distancia. Permanecía junto a esos jóvenes en las líneas del frente, enfrentándose hombro a hombro con las fuerzas de ocupación israelíes, señaló su hija.

“Poseía una personalidad única; era afectuoso, humilde y sabio. Como mentor, estaba altamente formado y tenía un vasto conocimiento en diversas áreas de la vida”, expresó Batul.

“Dedicó su vida a servir a la gente, defender sus derechos, proteger la tierra y empoderar a otros para que se levantaran por sí mismos. Les enseñó a vivir con dignidad y a resistir la opresión. Su corazón latía por el sur del Líbano y Palestina, y fue un firme defensor de la causa palestina”, recalcó.

Seyed Abás en el frente junto a los jóvenes combatientes de la Resistencia contra Israel

 

Su hermana, Hanaa al-Musawi, reafirmó estos sentimientos, subrayando la profunda entrega de Seyed Abás a la lucha contra la ocupación sionista.

“Siempre estuvo presente entre los jóvenes que resistían la ocupación. Los lideró, gestionó y dirigió numerosas operaciones contra las fuerzas israelíes en el Líbano”, declaró en una entrevista exclusiva con Press TV.

Hanaa también destacó el liderazgo intrépido de su hermano, a pesar de las múltiples amenazas.

“Era un líder militar dotado de sabiduría y perspicacia. Su valentía era bien conocida; se negó a permanecer confinado en su oficina. En su lugar, dedicó un gran esfuerzo y tiempo a los jóvenes combatientes de la resistencia en el campo de batalla”, afirmó.

Una personalidad admirable y trabajadora

Para el pueblo libanés, incluyendo su propia familia, Seyed Abás fue más que un líder. Fue un faro de inspiración, encarnando el desinterés, la resiliencia y un compromiso inquebrantable con el servicio a los demás, sin distinción de clase o credo.

Su hija Batul lo describió como un hombre de inmensa sabiduría y energía inagotable, siempre esforzándose por elevar a quienes lo rodeaban.

“Transmitía conocimiento en diversas áreas, fomentaba el aprendizaje continuo e inspiraba a dar lo mejor en la vida. Como erudito humilde, amaba y se mantenía al lado de los más necesitados, mostrando bondad, amor, consideración y compasión. Encarnaba la esencia misma del Islam y sus hermosas enseñanzas”, expresó a Press TV.

Sus palabras reflejan una profunda admiración por el difunto líder de Hezbolá, destacando cómo Seyed Abás estructuraba su vida con una disciplina excepcional.

Cada momento era valioso, y planificaba meticulosamente su tiempo para maximizar su productividad en todos los ámbitos. Como musulmán devoto, su fe trascendía los rituales y se manifestaba a través de sus acciones, su humildad y su impecable carácter.

“Tenía sumo cuidado de no herir los sentimientos de los demás, ofreciendo consejo con humildad y sin una pizca de arrogancia o superioridad. Vivía con sencillez, como los más pobres”, recordó Batul.

Su hermana Hanaa reafirmó su profunda compasión por los desfavorecidos, recordando cómo llegaba incluso a endeudarse para ayudar a los necesitados.

Su relación con los pobres no era meramente caritativa, sino de verdadera solidaridad; los trataba como iguales, asegurándose de que nadie sufriera en silencio.

Hanaa también describió la implacable dedicación de su hermano, señalando que sacrificaba su propia comodidad para cumplir con sus deberes y responsabilidades.

“Recuerdo perfectamente que llegaba tarde a casa por el trabajo y le decía a su esposa: ‘Dormiré una siesta de 15 minutos, por favor despiértame si caigo en un sueño profundo’”, relató Hanaa.

“Solía preguntarle: ‘¿Cómo puedes dormir tan poco? ¿No estás cansado?’ También recuerdo cómo Um Yaser le preparaba buena comida y jugos frescos para fortalecer su salud y energía. Ella lo cuidaba con genuino amor y apoyo”.

A pesar del peso de su liderazgo, Seyed Abás permaneció siempre vinculado a las preocupaciones del pueblo. No dirigía desde la distancia, sino que caminaba entre ellos, haciendo suyas sus luchas y sufrimientos.

Su legado de servicio y sacrificio sigue vivo, encapsulado en sus perdurables palabras: “Los serviremos con nuestros párpados”, recordó su hermana.

Un padre, esposo y hermano amoroso

Con voz cálida y llena de admiración, Batul habló del amor inmenso que su padre les brindaba a sus hijos, a su familia y a toda la comunidad.

“Mi hermana y yo éramos profundamente amadas por nuestro padre. Nos cuidaba con esmero, dándonos mucha atención y afecto. Aunque no descuidaba a mis hermanos, creía firmemente que las niñas y las mujeres merecían respeto y cariño. Nos trataba con inmenso amor, respeto y ternura, bromeando y conversando con nosotras”, relató a Press TV.

A pesar de su exigente agenda, las largas jornadas laborales y los constantes viajes, Seyed Abás nunca permitió que sus responsabilidades lo distanciaran de su familia.

Su prioridad era pasar tiempo con sus hijos, involucrándolos en diálogos significativos y tratándolos con dignidad.

Estos momentos fueron tesoros que moldearon su visión de la vida, la fe y el mundo, remarcó Batul.

Seyed Abás con su esposa Um Yaser y sus hijos compartiendo momentos juntos

 

“Estos momentos de presencia compensaban sus ausencias, brindándonos tiempo de calidad. Estaba al tanto de todas nuestras necesidades religiosas, académicas, sociales y psicológicas. Nos alentaba a participar en eventos religiosos y culturales y a mantenernos actualizados científicamente”, puntualizó.

Incluso en sus ratos de juego, su presencia era constante, riendo y compartiendo recuerdos felices.

“Recuerdo con cariño los momentos divertidos que pasamos jugando juntos. También nos incentivaba a rezar a tiempo, completar nuestras tareas escolares y nos daba consejos sobre la elección de amigos y cómo aprovechar nuestro tiempo libre”, recordó Batul con nostalgia.

El profundo amor y devoción de Seyed Abás se extendía a su esposa, Um Yaser, con quien compartía un matrimonio basado en el respeto mutuo, la admiración y la compañía.

“Puedo decir que fue un matrimonio genuinamente feliz, un modelo para las parejas. Mi padre amaba y respetaba profundamente a mi madre, expresando su admiración con frecuencia”, dijo su hija.

Siempre le pedía perdón por estar ocupado debido al trabajo y nos instaba a cuidarla y ayudarla. Creía que era una esposa, madre y maestra exitosa, además de una miembro activa de la sociedad.

Su hermana, Hanaa, también habló de su sentido de responsabilidad y bondad como hermano.

“Todos mis hermanos eran amables y afectuosos, pero él (Seyed Abás) era diferente. Cuando mi madre falleció, mi otro hermano, que vivía en Alemania, propuso llevarnos a vivir con él. Seyed Abás se negó y nos llevó a vivir con él en Baalbek (Líbano)”, recordó.

“Nos trataba como si fuéramos sus propios hijos, estaba pendiente de todos nuestros asuntos y se aseguraba de que no nos faltara nada. Su esposa, Um Yaser, también era una madre bondadosa y cariñosa”, indicó.

Seyed Abás cargaba con el peso del liderazgo, pero nunca permitió que esto eclipsara su papel como padre, esposo y hermano devoto.

Un líder sin fronteras

Seyed Abás no era solo un líder de su pueblo en el Líbano. Su influencia trascendía fronteras, encarnando una visión que iba mucho más allá de su propio país.

Su hermana Hanaa recordó cómo un político una vez lo describió como un “líder y hombre transnacional”, un título que encapsulaba perfectamente su extraordinario carácter.

“Ser descrito como un líder transnacional se relaciona con los valores y la moral de esa persona, lo que se considera algo único”, dijo al portal de Press TV.

Su profundidad de pensamiento, resiliencia y dedicación a la justicia fueron moldeadas por las enseñanzas del gran ayatolá Muhammad Baqir al-Sadr, un erudito y líder revolucionario cuya influencia dejó una huella imborrable en la vida de Sayed Abás.

“Fue estudiante del gran ayatolá Baqir al-Sadr, quien contribuyó como erudito y como activista intransigente, lo que ayudó a moldear su personalidad única”, explicó Hanaa.

Al-Sadr fue un intelectual colosal y una fuerza política implacable, que se enfrentó valientemente a la tiranía del régimen de Sadam Husein en la vecina Irak.

Su brillantez académica abarcaba tanto campos seculares como islámicos y, desde el principio, se posicionó como un valiente actor político bajo la bandera del Islam.

Su visión era clara: establecer un orden social islámico justo y basado en valores, no solo viable sino moralmente superior a los sistemas seculares capitalistas y socialistas predominantes.

“Seyed Abás fue el alumno de este maestro y mentor, quien no solo lo alentó a él y a sus compañeros a aprender enseñanzas islámicas, sino también a educarse en todos los campos de la vida y prepararse para liderar al pueblo”, dijo Hanaa.

Sayed Abás llevó adelante esta misión, dedicando su vida a tres causas fundamentales en el Líbano: elevar la conciencia y difundir el conocimiento entre la gente, aliviar la pobreza y poner fin a la ocupación israelí.

Su liderazgo no estaba limitado por la geografía, sino definido por principios, justicia y una incansable búsqueda de la libertad.

Seyed Abás al-Musawi y Seyed Hasan Nasralá, ambos asesinados por Israel

Un legado eterno

Si los asesinatos y bombardeos fueran verdaderas victorias, entonces la resistencia habría colapsado el día en que su padre fue martirizado, reflexionó Batul. Pero la historia cuenta una historia diferente.

“En cambio, continuó prosperando. A pesar del asesinato de más líderes por parte de Israel, la Resistencia solo se hizo más fuerte y grande. Extrañamos profundamente a los mártires, y yo extraño a mi padre, pero sus pensamientos e intelecto siguen vivos”, dijo a Press TV.

Para Batul, esta verdad se extiende a todos los líderes martirizados de la resistencia, incluidos los más recientes, Seyed Hasan Nasralá y Seyed Hashem Safi al-Din.

“Siguen vivos dentro de nosotros, y su legado perdurará para siempre. Son eternos y seguirán inspirándonos. Seguiremos sus enseñanzas y transmitiremos su legado a las futuras generaciones hasta lograr la victoria definitiva. El enemigo israelí debe saber que buscaremos justicia por su sangre en el momento adecuado”, afirmó.

También trazó un paralelismo entre el martirio de su padre y Seyed Hasan Nasralá.

“Los asesinatos de mi padre, Seyed Abás al-Musawi, y Seyed Hasan Nasralá son similares en el hecho de que ambos fueron asesinados por el despiadado régimen israelí. Fueron atacados astutamente por el enemigo sionista, que no podía tolerar la presencia de líderes tan carismáticos e impactantes”, señaló.

“Sin embargo, el enemigo se equivocó al pensar que asesinar a estos líderes era un logro. Así como la Resistencia se fortaleció tras el asesinato de Seyed Abás en 1992, también lamentará el asesinato de Seyed Hasan. Nosotros, el pueblo de la resistencia, nos volvemos más determinados y resilientes con cada mártir que cae”, apuntó.

Y así, el legado perdura, grabado en sangre, sacrificio y un compromiso inquebrantable con la justicia.


Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.