Publicada: miércoles, 22 de noviembre de 2023 18:12
Actualizada: jueves, 23 de noviembre de 2023 3:15

Para comprender la importancia de Palestina como un significante político islámico, es fundamental emplear un vocabulario conceptual que no esté arraigado en el orientalismo.

Este último se define como un discurso que asume que la ideología o paradigma occidental es universal y puede aplicarse, sin inconvenientes, para comprender y explicar fenómenos no occidentales. Además, es esencial evitar reducir este análisis territorialmente a la noción de estado-nación.

Este artículo abordará la viabilidad de reclamar una forma de soberanía que no se vea constreñida por el vocabulario occidental. En consecuencia, esta soberanía no se verá obligada a operar dentro de los confines impuestos por dicho vocabulario.

En otras palabras, para analizar la importancia de Palestina como símbolo político desde una perspectiva islámica, es fundamental desarrollar un nuevo vocabulario y una nueva gramática capaces de satisfacer las necesidades específicas de los musulmanes.

El simbolismo político de Palestina también señala el resurgimiento de la umma. Este renacimiento no es posible mediante una gramática política que difiera de la islámica. Por lo tanto, se podría afirmar que congregarse en torno al símbolo de Palestina implica que la posibilidad de una identidad política autónoma es alcanzable.

La necesidad de construir alternativas gramaticales es crucial para expresar adecuadamente las necesidades y aspiraciones de esa identidad autónoma. Por ejemplo, la resurgencia de la umma apunta hacia una configuración del poder que no esté territorializada en la idea predominante de estado-nación, una creación directa del colonialismo occidental.

A este respecto, es crucial recordar que una de las principales críticas dirigidas al uso de esa nueva gramática política, a la que se puede denominar islamismo, ha sido su negativa a aceptar la división westfaliana: el Tratado de Westfalia, firmado en 1648, marcó el fin de la Guerra de los Treinta Años y sentó las bases para el sistema moderno de estados-nación.

El islamismo, al buscar atraer a musulmanes más allá de las fronteras nacionales, ha sido objeto de críticas por debilitar el compromiso de las comunidades musulmanas con los estados-nación que las contienen.

El simbolismo de Palestina, cuando se analiza desde esa gramática denominada islamismo, posibilita emanciparse del marco del estado-nación y presenta una alternativa islámica que concibe el poder de manera diferente, con la umma como su dimensión política. La umma, es importante destacar, no se refiere a un lugar físico concreto, sino a un espacio político. La umma engloba a todos los seguidores del Islam, independientemente de si se encuentran en un país de mayoría musulmana o en cualquier otro lugar. Resulta evidente que, desde la perspectiva del islamismo, la umma se contrapone a la estructura del estado-nación.

Por lo tanto, se podría afirmar que la umma representa la posibilidad de construir una identidad política fundamentada en la gramática del Islam, y la función de Palestina es recordar de manera constante que esta posibilidad es real y factible. Lograr esto solo es posible si no se acepta la configuración actual del mundo, tanto en términos políticos como materiales.

En este sentido, Palestina vuelve a desempeñar el papel de faro para la umma. Si el objetivo es construir un mundo alternativo, la resistencia palestina demuestra que la lucha en curso es una unión de anti-colonialismo y anti-racismo.

De igual manera, el simbolismo de Palestina sirve para cuestionar el lenguaje del liberalismo, especialmente en lo que respecta a los límites de los derechos humanos dentro de ese marco.

Tampoco se puede pasar por alto cómo la centralidad de Palestina y, al mismo tiempo, la crítica a la Entidad Sionista sirven para cuestionar todo el discurso del supremacismo blanco, en particular su objetivo de establecer un estado etno-nacional.

Es posible afirmar, por tanto, que la resistencia palestina, expresada en un lenguaje ummático, interrumpe y perturba las operaciones etno-nacionalistas, no solo en Israel, sino a nivel global.

La lucha de la población palestina representa un esfuerzo por la re-humanización, una lucha por universalizar la idea de los derechos humanos sin reducirlos al lenguaje racial del liberalismo.

Lo que se está viendo en Palestina recuerda que la creación de un nuevo mundo es inherentemente política. Traer a la existencia un nuevo orden de cosas implica trabajar en un contexto en el que las prácticas sedimentadas, los hábitos y las convenciones deben ser cuestionados, si no descartados. Significa instituir rutinas diferentes, organizaciones diferentes y formas de pensar y comportarse diferentes.

La creación de un nuevo orden político fue lo que ocurrió con la misión del Mensajero de Dios, al cuestionar y subvertir muchos de los patrones de la vida social que habían gobernado en La Meca.

Solo ese resurgimiento ummático, basado en un lenguaje islámico, puede suponer una mejora de las condiciones de vida de los musulmanes, tanto de quienes viven en lo que se conoce como Muslimistán como de aquellos que viven fuera. Palestina es un símbolo potente que apunta hacia ese resurgimiento.

Xavier Villar