Beni Suef, capital de la provincia sureña de Beni Suef, fue uno de los lugares en donde los ciudadanos marcharon al coro de consignas antigubernamentales.
En la provincia norteña de Al-Sharqia, una protesta parecida se volvió violenta después de que desconocidos atacaran a los manifestantes.
En Giza, noroeste del país, los egipcios portaron imágenes de Mursi y condenaron la pena capital emitida contra el expresidente y a más de un centenar de miembros del movimiento Hermanos Musulmanes (HHMM) al tiempo que exigieron el derrocamiento del Gobierno del presidente Abdel Fatah al-Sisi.
El pasado 16 de mayo, un tribunal egipcio condenó a muerte a Mursi y a otros 105 integrantes de los HHMM por actos violentos y fugarse de una prisión durante el levantamiento popular de 2011 contra el exdictador Hosni Mubarak.

Varios países, individuos y organizaciones como el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, Amnistía Internacional (AI) y el Movimiento de Resistencia Islámica Palestina (HAMAS) rechazaron el referido fallo.
Por su parte, un alto funcionario de HHMM condenó el 16 de mayo la sentencia y declaró que “es un veredicto político y representa un crimen de homicidio que está a punto de ejecutarse”.
Desde el derrocamiento de Mursi el 3 de julio de 2013, las autoridades egipcias, con el aval del presidente Abdel Fatah al-Sisi, han reprimido violentamente a los simpatizantes de los HHMM, agrupación a la que pertenece el depuesto mandatario, y que fue declarada “organización terrorista” a finales de 2013.
Como consecuencia de las medidas represivas del Gobierno egipcio, al menos 1400 personas perdieron la vida en las manifestaciones, 15.000 acabaron detenidas y cientos recibieron condenas a muerte.
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