La policía antidisturbios alemana ha disparado gas pimienta a varios cientos de manifestantes de izquierda que habían bloqueado temporalmente una autopista cercana a Stuttgart (sur) y quemaron neumáticos en la carretera que conduce a la sede del congreso AfD, en la misma ciudad.
Los casi 1000 agentes de policía han intervenido en los 400 casos de detención de quienes pretendían impedir la llegada de más de 2000 miembros AfD, quienes se reunían para aprobar un manifiesto explícitamente antislámico, que incluye medidas como la prohibición de los minaretes e incluso el veto a la llamada al rezo de los musulmanes, según cita la agencia AFP.

“La resistencia es maravillosa”, los manifestantes han coreado cuando la policía les ha invitado a despejar el área donde se habían congregado y desde donde gritaban consignas en contra de los militantes de AfD, como :"refugiados pueden quedarse, deben irse los nazis", o se ha visto pancartas donde rezaba: "Su campaña de odio nos molesta".
El congreso ha tenido lugar en el recinto ferial, ubicado a unos 15 kilómetros del centro de Stuttgart, una vez que los organizadores del evento racista lo atrasasen, hasta que los asistentes pudieran llegar.
El congreso de AfD, también tenía el objetivo de aprobar un programa que les ayude a tener una representación parlamentaria en el Bundestag en las elecciones generales de 2017, al contar con un apoyo de un amplio sector de la población alemana que le puede permitir alzarse como la tercera fuerza política, al contar con solo un 5 % de intención de voto del verano pasado al 23 % de ahora.
Por otro lado, su política xenófoba contra acogida de refugiados sirios y emigrantes y su coqueteo con la ultraderecha, lo ha convertido en un gran enemigo de los grupos de izquierda alemana, pero también para los partidos tradicionales con representación en el parlamento federal.
Recientemente, la eurodiputada por la AfD, Beatrix von Storch, ha declarado que “el Islam en sí es una ideología política incompatible con la Constitución [germana]”, palabras que llegan en medio del descontento social por la política de asilo de la canciller alemana, Angela Merkel.
krd/ktg/nal