La madrugada arropó a cientos de hondureños que esperaron las 4:30 de la mañana, hora local, para iniciar su viaje a pie hasta la frontera sur de Estados Unidos. Durmieron en el piso, no solo los adultos, también los niños.
Aún sin la luz del sol, caminaron por oscuras carreteras; solo iluminados por las luces de los vehículos que pasaban a su alrededor y en algunos casos corriendo peligro al subirse en ellos.
Estas personas son más que cifras, o los acuerdos migratorios firmados de manera coaccionada por los países del triangulo norte, Mexico y Estados Unidos.
Núcleos familiares completos van caminando, ya que algunos vehículos temen alguna acción en su contra por parte de las autoridades hondureñas.
Ya la caravana original se separó en diferentes grupos, están a punto de llegar a la frontera con Guatemala. Otros con diferente suerte logran conseguir ayuda de conductores para aminorar un poco el sacrificio de la caminata.
Se van en una ruta con muchos peligros, cruzar dos países desconocidos y muchas amenazas.
Dassaev Aguilar, San Pedro Sula.
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