Las calles de las ciudades francesas se han llenado de manifestantes en esta jornada reivindicativa del 1 de mayo. En París, capital de Francia, decenas de miles personas ha desfilado contra la política gubernamental acusada de aplicar reformas que privatizan el servicio público y fragilizan los derechos de los trabajadores.
Los estudiantes dicen ‘no’ a la selección a la entrada en la universidad, los pensionistas ‘no’ a la pérdida del poder adquisitivo, los funcionarios ‘no al desmantelamiento del servicio público, los ferroviarios ‘no’ a la instauración de la precariedad laboral.
Desde el Gobierno francés miran con atención el movimiento social. Escrutan los sondeos de opinión a la búsqueda de una estrategia que logre calmar a la opinión pública.
El Presidente de la República, Emmanuel Macron, reconoce que las reformas pueden no gustar a todos pero insiste en que él ha sido elegido para llevarlas a cabo. Su firmeza que muestra, respaldada en una mayoría amplia en la Asamblea Nacional, podría no obstante fisurarse si el paro no baja y la pobreza no retrocede.
Pero el 1 de mayo parisino es también momento de reivindicar justicia, más allá de las fronteras francesas.
Pero una vez más la violencia no ha estado ausente de la manifestación parisina donde se han producido incidentes con enfrentamientos entre jóvenes y policía así como la destrucción de mobiliario urbano y locales comerciales.
Juan José Dorado, París.
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