En la quinta jornada consecutiva de protestas por la muerte del adolescente Nahel, de 17 años, por un disparo de un agente en un control de tráfico en Nanterre, a las afueras de París, la capital de Francia, el presidente francés, Emmanuel Macron, y los principales ministros del Gabinete se reunieron el domingo para abordar la crisis que vive el país.
Después de tratar la coyuntura con la primera ministra Élizabeth Borne, el ministro del Interior, Gérald Darmanin y el ministro de Justicia, Éric Dupond-Moretti, Macron les llamó a “seguir haciendo todo lo posible para restablecer el orden y restaurar la calma”, informó una persona que estuvo presente en la reunión, citada por medios.
Después de que ni los llamados a la calma de las autoridades, ni el despliegue de más de 45 000 uniformados y vehículos blindados en las calles no hayan servido de algo, el mandatario francés pidió al premier que se reuniera con los líderes de los partidos de la oposición, además de convocar una sesión de escucha para 220 alcaldes de las ciudades afectadas por los disturbios.
Además, Macron exigió el inicio de “una investigación en profundidad para entender las razones que llevaron a estos hechos”.
Anteriormente, el mandatario culpó a las redes sociales y los videojuegos por emocionar a adolescentes para crear la crítica situación que vive su país estos días, por lo que pidió a los padres franceses que asuman la responsabilidad y eviten que sus hijos salgan a las calles.
En lugar de escuchar los reclamos de los indignados, el gobernante galo anunció el viernes el despliegue de más policías para reprimir las protestas en Francia tras haber ordenado un despliegue insólito y sin precedentes de las fuerzas del orden y blindados en el país.
La Policía y agentes antimotines han detenido a más de un millar de manifestantes en cinco días consecutivos de masivas protestas contra el racismo y la violencia policiales en Francia.
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