• El general Kenneth F. McKenzie, jefe del Comando Central de Estados Unidos (Centcom, por sus siglas en inglés).
Publicada: sábado, 27 de febrero de 2021 11:57
Actualizada: sábado, 27 de febrero de 2021 12:44

Casi un año tras el ataque de represalia iraní a la base estadounidense de Ain Al-Asad en Irak, Washington reconoce que podría haber perdido hasta 150 efectivos.

El Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán atacó el 8 de enero de 2020 la base de Ain Al-Asad, ubicada en la provincia iraquí de Al-Anbar (oeste), en represalia por el asesinato del comandante de su Fuerza Quds, el teniente general Qasem Soleimani.

El general Kenneth F. McKenzie, jefe del Comando Central de Estados Unidos (Centcom, por sus siglas en inglés), reveló el viernes que, si la inteligencia estadounidense no hubiera vaticinado que Irán lanzaría el ataque misilístico, no hubieran tenido “suficiente tiempo” para evacuar a 1000 soldados y 50 aviones de la base.

Ante la ofensiva, los sistemas antiaéreos estadounidenses no funcionaron, aunque estaban en máxima alerta por cualquier posible ataque relámpago desde Irán.

“Pienso que podríamos haber perdido entre 20 y 30 aviones y entre 100 y 150 miembros del personal”, indicó McKenzie, quien recordó que Irán lanzó un total de 16 misiles contra la base, 11 de los cuales, de acuerdo con el alto mando militar, golpearon con éxito los blancos previstos.

Enfatizó que no había visto o experimentado, personalmente, algo similar. “Sus misiles eran precisos (…) Golpeaban donde deseaban golpear”, agregó.

El ataque de Irán a Ain Al-Asad fue duro e impactante para EEUU | HISPANTV

El ataque de Irán a Ain Al-Asad fue duro e impactante para EEUU | HISPANTV

El ataque de Irán a la base estadounidense de Ain al-Asad, en respuesta al asesinato del general Qasem Soleimani, fue muy “duro e impactante” para Estados Unidos.

 

McKenzie recordó que el expresidente de EE.UU., Donald Trump (2017-2021), ordenó personalmente el asesinato de Soleimani, porque lo veía como una amenaza para la seguridad de las fuerzas estadounidenses en la región y en Irak, en concreto.

EE.UU., que negó en un principio la existencia de víctimas entre sus soldados, confirmó el 16 de enero que 11 habían sufrido lesiones cerebrales traumáticas. No explicaron la razón, pero la cifra se elevó gradualmente a 34 y 50, 64 y 109 y luego a 110.

El asesinato del teniente general iraní, además de poner en entredicho el poder de EE.UU. a nivel regional, podría jugar en su contra y allanar el camino para su expulsión de Irak, un país rico en reservas petrolíferas y geográficamente estratégico.

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