Según un publicación del miércoles del portal de noticias árabe con sede en EE.UU. Al-Monitor, el Departamento de Defensa de EE.UU. (el Pentágono) está considerando desplegar sistemas de defensa antiaéreos adicionales y otros equipos a sus bases en el oeste de Asia para proteger a las tropas estadounidenses ante posibles ataques, como el perpetrado la semana pasada por el país persa.
La madrugada del 8 de enero, la División Aeroespacial del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán lanzó ataques aéreos con misiles tierra-tierra contra la base aérea Ain Al-Asad, ubicada en la provincia occidental iraquí de Al-Anbar y ocupada por las tropas norteamericanas desde la invasión de Irak en 2003, y una base en Erbil, capital de la región del Kurdistán iraquí, también en poder de los norteamericanos.
Los ataques se produjeron después de que EE.UU. asesinara la madrugada del 3 de enero al teniente general Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds del CGRI, y al subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, junto a algunos de sus compañeros, cerca del Aeropuerto Internacional de Bagdad (capital iraquí).
El impacto de los misiles iraníes provocó serios e importantes daños tanto en las filas de los uniformados como en las estructuras militares, conforme a varios informes que están acompañados de fotos y vídeos de los daños.
Al-Monitor, citando a Ryan McCarthy, secretario del Ejército estadounidense, reconoce que “(los iraníes) son un enemigo muy experimentado. Cuentan con unas capacidades que les permite atacarnos y matar a estadounidenses”.
En cuanto al envío de refuerzos militares a las bases estadounidense en diversos puntos de la región, McCarthy ha sostenido que, en última instancia, esta decisión dependerá directamente del secretario de Defensa, Mark Esper, recoge Al-Monitor, sin mencionar detalles sobre el tipo de equipos militares estadounidenses que se trasladará a la región.
Por su parte, Irán ha asegurado que sus ataques a los sitios militares de EE.UU. en Irak no buscaba acabar con la vida de los efectivos estadounidenses sino destruir sus equipamientos e instalaciones.
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