Han pasado cinco años desde el éxodo masivo de la minoría musulmana Rohingya, de Myanmar hacia el país vecino de Bangladés, huyendo de la represión de las autoridades birmanas, calificado como un acto de “limpieza étnica” por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Ahora, Naciones Unidas expresó su preocupación sobre el aumento de la retórica contra los refugiados en Bangladés. La Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, durante su visita a los campamentos en el distrito de Cox Bazar, en el sur de Blangadés, lamentó las condiciones de vida en los campamentos, donde se han cometido asesinatos, violaciones masivas e incendios provocados.
Mientras las autoridades de Bangladés piden la repatriación de los Rohingya a Myanmar lo antes posible, la ONU destaca que si no se les garantiza el acceso a una vivienda segura en el territorio birmano, su regreso puede dar lugar a más violaciones de derechos humanos.
Bachelet también instó a las autoridades de Dhaka a crear oportunidades de educación y empleo para los Rohingya en los campamentos insalubres y chozas hechas de lonas, sábanas y bambú. Además, instó a la comunidad internacional a no abandone a los Rohingya y que siga apoyándoles.
El pasado julio, la Corte Internacional de Justicia se declaró competente para juzgar el genocidio de la minoría musulmana Rohingya por el Gobierno birmano. La sentencia emitida puede ser el inicio del camino de regreso para los refugiados Rohingya.
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