Enrique Peña Nieto ya no es el presidente de México, pero aprovechó su último día de mandato, para escenificar una firma de acuerdo a un tratado norteamericano impuesto por Estados Unidos. Aceptó que el atril desde donde habla tenga el escudo de las barras y las estrellas, a pesar de estar en Argentina y que le pongan en su escritorio, una carpeta que ya estaba firmada con anterioridad, por eso el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, prefirió dejarla cerrada.
Culmina la cumbre del G20 en Argentina y el balance para los países latinoamericanos que participan en esta cumbre como; Argentina, Brasil y México, no parece ser positivo.
El presidente de facto del Brasil, Michel Temer, que asumió por un golpe parlamentario a la expresidenta brasileña Dilma Rousseff, apoyado por la bancada evangélica sionista, a pesar de pertenecer al grupo de los BRICS, que acompaña a Rusia, La India, China y Sudáfrica, pasó sin trascendencia.
El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, prefirió no acompañarlo para recibir en la ciudad de Río de Janeiro al asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton.
Chile no es parte del G20, pero tuvo una invitación especial del Gobierno argentino. El presidente chileno, Sebastián Piñera, evitó referirse a los recientes asesinatos de mapuches en su país y en cambio, se dedicó a atacar a la República Bolivariana de Venezuela.
Desde la guerra de Malvinas en 1982, ningún primer ministro británico había estado en Buenos Aires, el tema de la soberanía de las islas, el Atlántico Sur y la base de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), estuvo deliberadamente afuera de la agenda.
En su lugar, el presidente argentino, Mauricio Macri, cerró la cumbre con declaraciones vacías de contenidos y acciones claras y anunció que la cumbre del G20 del 2020 será realizada por la cuestionada monarquía saudí.
Sebastián Salgado, Buenos Aires.
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