“Desde la década de 1970, el Gobierno saudí y su aliada institución religiosa han exportado su versión extremista (wahabismo) en todo el mundo‑ todo financiado con el dinero del petróleo”, informó el viernes la revista bimestral estadounidense Foreign Policy.
Desde la década de 1970, el Gobierno saudí y su aliada institución religiosa han exportado su versión extremista (wahabismo) en todo el mundo‑ todo financiado con el dinero del petróleo”, informó la revista bimestral estadounidense Foreign Policy
Según el informe, titulado “Después de París y Beirut es hora de atar corto a Arabia Saudí”, el aliado de Estados Unidos ha estado propagando el wahabismo, una ideología religiosa violenta y sectaria desde hace muchos años, incluso mucho antes de la aparición del grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe).
Tras afirmar que las principales ideologías del EIIL se enraízan en los fundamentos del wahabismo adoptado oficialmente por “nuestro aliado”, el reporte recuerda que esta ideología busca conducir a las sociedades islámicas a un “intolerante e imaginado pasado medieval”.
En las décadas de los 70 y los 80 del siglo XX, agrega, el Gobierno de Riad financió la Dirección de Inteligencia Inter-Services de Paquistán (ISI, por sus siglas en inglés) para apoyar a las políticas antisoviéticas en Afganistán, dando lugar a la creación del grupo Talibán.
Mientras Washington estaba al corriente de los planes saudí y paquistaní, “deseoso de evitar la provocación abierta de los soviéticos”, delegó sus responsabilidades para ver dónde iba a parar el dinero y facilitó el surgimiento de grupos terroristas que hasta hoy en día dañan a Afganistán, indica el informe.
Por otro lado, hace referencia al largo historial de Riad en financiar mezquitas y la propagación de las enseñanzas del wahabismo en la península balcánica, contribuyendo a la inestabilidad de la región, y enfatiza que “parece que la conexión entre Arabia Saudí y los atentados en París es todavía más directa”.
No tiene sentido aplicar soluciones tácticas a los problemas de Oriente Medio, mientras que Arabia Saudí tiene la libertad (casi literal) de verter aceite sobre el fuego”, concluye el informe
A este respecto, recuerda que muchos de los autores de esos atentados pertenecían al barrio de Molenbeek en Bruselas (capital belga), donde recibían ayuda financiera directa de Arabia Saudí y otros países árabes del Golfo Pérsico para la enseñanza y la promoción del wahabismo.
Detallando todo esto y destacando la “intolerancia de nuestro aliado”, el informe cuestiona: “¿Por qué no nos ponemos al día con este proselitismo agresivo medieval de Arabia Saudí? Con aliados como este, ¿quién necesita enemigos?”
“Bueno, la respuesta simple es el petróleo: Hemos preferido comprar nuestro petróleo a Arabia Saudí y boicotear la fuente iraní chií”, responde la misma fuente, para después reconocer que con la llegada de la ola del terrorismo al continente europeo este precio ha resultado “demasiado caro”.
También, alude a los esfuerzos para “demonizar y aislar a Irán” y los califica de una estrategia errónea, para después recordar que el sentimiento antiestadounidense de los iraníes es un “resultado predecible de la CIA (acrónimo de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU.)” por derrocar al gobierno democrático y electo del primer ministro Mohamad Mosaddeq en 1953.
Al final, el informe propone “dejar de suministrar armas -que en la actualidad se están utilizando para atacar a las facciones chiíes en Yemen- e insistir en que Arabia Saudí cese su financiación a los fundamentalistas en Afganistán, Paquistán, Siria y los Balcanes”.
“No tiene sentido aplicar soluciones tácticas a los problemas de Oriente Medio, mientras que Arabia Saudí tiene la libertad (casi literal) de verter aceite sobre el fuego”, concluye.
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