En un artículo publicado el miércoles en el diario español La Vanguardia titulado ‘Irán, Rusia y Turquía cierran una alianza que aparta a EE.UU.’ Eduardo Marquina analiza la última coyuntura en Siria y el papel influyente de la cooperación trilateral entre Teherán, Moscú y Ankara para solventar la crisis interna del país árabe, un país sumido en la guerra desde hace más de cinco años, mediante la vía política.
Según el columnista español, la paz en Siria ya no está en manos de Washington ni de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ahora le toca a Rusia, Irán y Turquía de proponer una resolución al conflicto y apuntalar, por lo tanto, al presidente sirio Bashar al-Asad en el Gobierno de Damasco.
En este sentido, resalta el cambio de postura de Turquía, miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en cuanto a la crisis siria y su alianza con Irán y Rusia para encontrar una salida política a la cuestión siria.
El martes, el canciller ruso, Serguei Lavrov, comunicó la celebración de una posible reunión entre representantes del Gobierno de Damasco y la oposición en Astaná (la capital de Kazajistán), sin especificar la fecha exacta del encuentro.
“Vamos a promover nuestra cooperación con Ankara, Teherán y otros países de la región sobre el asunto sirio”, dijo Lavrov.
En otro punto, Marquina explica el papel de Irán y Rusia en Siria y los motivos que hicieron cambiar de banda a Turquía y unirse a estos dos países.
Cuando Moscú decidió intervenir para salvar su única base militar en el Mediterráneo, en la provincia noroccidental de Latakia, Bashar al-Asad estaba a punto de perder la guerra. Sin embargo, Rusia, ahora, ha mantenido su base militar en Latakia y se ha erigido como potencia militar en Oriente Medio, sobre todo tras la liberación de Alepo.
Teherán, por su parte, iba a quedarse sin uno de sus máximos aliados. Pero, tras firmar el acuerdo nuclear --conocido como Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés)-- mantiene a su aliado en Damasco y avanza en la derrota a los terroristas, respaldados por Arabia Saudí.
Ankara, además, era regañada constantemente por Washington por su pasividad ante el flujo de terroristas en sus fronteras. La Administración del presidente norteamericano Barack Obama, asimismo, ayudaba económica y militarmente a los kurdos, que están en guerra con Turquía.
El presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan, por su parte, mientras se aleja de Washington, acumula poder, purga a la oposición y acaba con las aspiraciones políticas de los kurdos en Turquía, añade.
Por último, Marquina destaca la alianza trilateral Irán-Rusia-Turquía en la lucha antiterrorista y argumenta que en esta ocasión la paz en Siria será determinada en Astaná y no en Ginebra.
Los intentos internacionales para poner fin a la crisis en Siria han sido infructuosos hasta el momento. A pesar de los avances del Ejército sirio ante los grupos terroristas, con el paso de los días se agrava la situación en el país árabe, engrosando así la cifra de muertes, que ahora se sitúa en torno a 400.000, de acuerdo con el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura.
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