“Estamos convencidos de que la política de máxima presión sobre Corea del Norte, con sanciones incluidas, está agotada”, ha declarado este viernes la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, en una rueda de prensa.
Zajárova ha advertido de que la política de sanciones a Pyongyang puede conducir a “una catástrofe militar” en la región, además de a “una crisis humanitaria” en Corea del Norte.
Según la portavoz, el resultado final de “la carrera armamentística” será un “conflicto de gran escala” precedido por un círculo vicioso de amenazas mutuas, ejercicios militares y pruebas nucleares y de misiles.
“Es crucial evitar que la situación siga un guion inaceptable”, ha indicado antes de agregar que Rusia dará la bienvenida a “cualquier iniciativa orientada a una solución pacífica del conflicto”.
En este sentido, Zajárova ha instado a la comunidad internacional a hacer todo lo posible para alentar a las partes involucradas en el conflicto a entablar un diálogo.
Las tensiones en la península de Corea han aumentado tras el sexto test nuclear de Pyongyang, realizado el domingo y anunciado como el más potente hasta la fecha.
Estamos convencidos de que la política de máxima presión sobre Corea del Norte, con sanciones incluidas, está agotada”, ha declarado la portavoz del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores, María Zajárova.
Los analistas creen que la principal razón de que Pyongyang realizara esta polémica prueba fue la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) aprobada el 5 de agosto que intensificó las restricciones al país asiático.
Tras la resolución del Consejo de Seguridad, Corea del Norte inició un intercambio de amenazas y advertencias con Estados Unidos, y llegó a decir que podría considerar un ataque a las instalaciones militares de EE.UU. en la isla de Guam, territorio estadounidense de ultramar en el oeste del océano Pacífico.
Ante las amenazas de Washington y sus aliados en la región, Pyongyang continúa reforzando su poder defensivo y llevando a cabo pruebas balísticas ante la posibilidad de una intervención de Estados Unidos.
Las autoridades norcoreanas afirman que sus pruebas son de carácter disuasivo y defienden su “derecho a la autodefensa” frente a las “intenciones hostiles” de EE.UU., que se manifiestan por ejemplo en las frecuentes maniobras militares conjuntas Washington-Seúl en la península de Corea.
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