Las fuerzas yemeníes, respaldadas por el movimiento popular Ansarolá, no solo se han defendido con éxito ante las fuerzas de agresión, sino también han infligido daños significativos a la máquina de guerra del reino árabe.
En este sentido, empezaron el 25 de enero una masiva operación bautizada como Bonyan al-Marsoos (Estructura firme) contra las posiciones de la monarquía saudí y sus aliados en Yemen, incluso hasta dentro de la propia Arabia Saudí.
Esta operación se considera la primera ofensiva yemení tras los ataques del pasado mes de septiembre contra las instalaciones vitales de Riad, como la compañía petrolera Aramco. Desde entonces, las fuerzas yemeníes habían cesado las ofensivas en busca de diálogos de paz.
Pero, tras la negativa de Arabia Saudí y la continuación de sus ataques, los yemeníes empezaron una nueva ofensiva contra los aeropuertos de Abha, Jizan y Najran, la base militar Jamis Mushait y la petrolera Aramco, revelando otra vez la debilidad saudí en defender sus instalaciones vitales.
Con la operación Bonyan al-Marsoos, las fuerzas yemeníes han logrado causar graves pérdidas en las filas del enemigo, dejando un total de 3500 muertos, heridos o capturados entre las fuerzas saudíes, según el portavoz del Ejército yemení, Yahya Sari.
Además, han podido liberar 2500 kilómetros cuadrados en las provincias de Marib (centro) y Al-Yauf (norte), incluido el estratégico distrito de Nehem, en la provincia de Saná. Así, frustraron el complot saudí de atacar Saná (la capital).
Las unidades de resistencia han incautado también decenas de tanques, vehículos blindados y militares, y otras armas, de los cuales podrán aprovechar en las próximas operaciones de represalia.
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