“Cuando se toman estas medidas, puede generar algunas victorias políticas a corto plazo, pero pone en riesgo la seguridad de todos”, ha dicho este martes el portavoz presidencial de Turquía, Ibrahim Kalin, durante una entrevista con la cadena estadounidense de noticias CNN.
La madrugada del 8 de enero, el teniente general Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, y el subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, y sus compañeros cayeron mártires en un ataque aéreo lanzado por EE.UU. contra los vehículos en que viajaban cerca del Aeropuerto Internacional de Bagdad (capital iraquí).
Kalin ha precisado que Ankara está preocupada por las consecuencias a largo plazo del ataque, principalmente los efectos sobre Irak, el proceso político en Siria y los esfuerzos de paz en Yemen.
El portavoz turco ha hecho hincapié en que el país persa es un “jugador importante” en el oeste de Asia y Ankara continúa negociando con Washington para reducir las tensiones en la región.
El miércoles, el CGRI llevó a cabo fuertes ataques con misiles contra dos bases de EE.UU. en Irak, entre ellas el estratégico aeródromo Ain al-Asad, en represalia por el atentado criminal de Washington contra Soleimani.
El Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, no obstante, describió los ataques como solo una “bofetada” y no la venganza por el acto criminal que perpetró Washington contra uno de los altos mandos militares del país persa.
La muerte del teniente general Soleimani ha generado un consenso contra Washington, tanto en Irán como en otros países de la zona. Varios movimientos de Resistencia en la región han considerado el ataque como una “violación de la soberanía” de Irak, por lo que han llamado a sus combatientes a “estar preparados” para una próxima batalla contra EE.UU.
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