“Estados Unidos es responsable del asesinato cobarde” del general Soleimani, dijo el martes por la noche el portavoz del Ministerio iraní de Asuntos Exteriores, Said Jatibzade.
El diplomático subrayó que “a nivel nacional, es el Gobierno de Estados Unidos el que debe rendir cuentas por esto, y sin duda, se verá obligado a hacerlo. No reconocemos a un individuo llamado Trump”.
El teniente general Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán y el subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, junto con varios otros militares iraquíes, fueron asesinados en enero en un ataque estadounidense con drones en Bagdad (la capital iraquí).
El asesinato del comandante persa, ordenado por el presidente estadounidense, Donald Trump, fue calificado de “ilegal” y arbitrario por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), porque contrario a las alegaciones del magnate, el titular iraní no representaba “una amenaza inminente” para las tropas norteamericanas en Irak.
Días después del asesinato, Irán disparó más de una docena de misiles contra dos bases estadounidenses en Irak. El ataque, que según Teherán, no fue la única venganza del país, causó daños materiales y no humanos en las bases estadounidenses.
A mediados de septiembre, el comandante en jefe del CGRI, el general de división Hosein Salami, prometió, al dirigirse directamente a Trump, vengarse de EE.UU. por el asesinato de Soleimani y golpear “a quienes estuvieron directa o indirectamente involucrados en el martirio de este gran hombre”.
A su vez, la Cancillería iraní dijo, la semana pasada, que está comprometido en esfuerzos “de gran alcance y de múltiples niveles” a nivel local e internacional para dar seguimiento al asesinato de Soleimani.
El general Soleimani, una figura conocida a nivel internacional, desempeñó un papel relevante en la derrota del grupo terrorista Daesh en Siria e Irak y en la eliminación de sus líderes, por lo que las autoridades persas consideraron su asesinato un “gran regalo” a los terroristas.
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