OPINIóN
¿EEUU y Rusia en víspera de una nueva Guerra Fría?
Por Rasul Gudarzi
La situación en Siria y, posteriormente, la crisis en Ucrania allanaron el terreno para que saltaran las tensiones entre EE.UU. y Rusia, y, por consiguiente, se desatara una batalla para demostrar quién tiene más poder e influencia, o mejor dicho si aún Rusia se puede considerar una superpotencia como en la época de la Guerra Fría o si el mundo se ha centrado en un orden unipolar cuyo núcleo es EE.UU.
Luego de la crisis en Ucrania, Washington y sus aliados europeos impusieron sanciones directas e indirectas contra Moscú para que reconsiderara su postura hacia Kiev; no obstante, Rusia adoptó medidas en represalia, aplicó sanciones contra EE.UU. y amenazó con el cese del suministro energético a Europa.
El cruce de amenazas se ha centrado más que entre otros países entre Rusia y EE.UU., creando una tensión que día a día se intensifica más. Hace un mes, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo que había llegado el momento de actualizar los arsenales nucleares de su país. Posteriormente, el presidente Vladimir Putin advirtió a la Casa Blanca de las consecuencias que originaría una brecha entre los dos poderes atómicos. Asimismo, EE.UU. está caminando hacia el aislamiento de Rusia en la escena internacional, excluyendo a Moscú de los diálogos nucleares con Irán en los últimos meses y negándose a negociar directamente con sus autoridades sobre Ucrania.
Toda esta situación, es decir, las sanciones recíprocas, el cruce de amenazas y la modernización de los arsenales nucleares de Rusia, que podría poner en jaque el Tratado START entre Moscú y Washington, nos conducen hacia la conclusión de que el mundo podría estar en vísperas de una nueva Guerra Fría. A continuación pretendemos hacer un análisis y elaborar una hipótesis al respecto. Por este motivo, debemos hacer un repaso de la situación de Rusia en la Guerra Fría y luego de la caída de la Unión Soviética.
En los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, en 1944, se creó el término ‘Superpotencia’ para referirse a los Estados Unidos y la Unión Soviética. Dado que en aquella estructura bipolar del sistema mundial, ambos países encabezaban dos bloques, el Este y el Oeste, desde el punto de vista militar y económico. En 1991, junto con la caída de la Unión Soviética y la ideología del comunismo, Rusia perdió su papel activo en la escena internacional y EE.UU. pasó a ser la única superpotencia en el mundo.
En la década de los 90, Rusia sufría una fuerte crisis económica y política, además de la inestabilidad interna, por lo tanto, no tenía tiempo para desempeñar un rol activo en la escena internacional y, tampoco, podía rivalizar con Occidente por la débil economía con que contaba.
De hecho, en esa década, Rusia perdió su posición internacional por diferentes motivos: la caída del sistema imperial y el regreso a las fronteras del siglo 17, la recesión económica, la crisis social, la debilidad del Gobierno y del Ejército, entre otros.
No obstante, desde inicios del año 2000, especialmente con la llegada al poder del presidente Vladimir Putin y la adopción de un enfoque realista hacia las cuestiones internas e internacionales, este decidió realzar la posición de su país en el mundo como una antigua superpotencia. Para cumplir con ese objetivo, Moscú recurrió a dos estrategias: la multilateral y multipolar para desafiar la posición de EE.UU. en el sistema mundial, y la energética.
La estrategia multipolar se adoptó en reacción a las políticas unilaterales y hegemónicas de Washington en la arena internacional. Putin calificó la disolución de la Unión Soviética como la gran tragedia del siglo 20, por lo que, desde su llegada al poder, se opuso a la hegemonía de Washington y, desde 2000, de forma no palpable, y a partir de 2007, de forma clara, adoptó una política de resistencia ante el expansionismo estadounidense, teniendo en cuenta sus logros en diferentes campos, como el geopolítico y el geoeconómico.
Putin nunca reconoció el sistema unipolar en la escena internacional y lo calificó de contradictorio a sus intereses nacionales, de tal forma, en su discurso del año 2007, en la Conferencia de Múnich, dijo: “El sistema unipolar no solo no es aceptable, sino que su establecimiento en la situación actual es fundamentalmente imposible”.
Fortalecer la posición de Rusia como un poder energético, actualizar su equipamiento militar, la amplia venta de armas, la oposición al establecimiento del escudo antimisiles estadounidense en Europa del Este, la suspensión del Tratado de Armas Convencionales, el establecimiento del nuevo sistema de defensa aérea en San Petersburgo, apoyar a Siria en los acontecimientos que vive y, lo más importante de todo, la crisis ucraniana, son todos ejemplos claros que evidencian los esfuerzos de Rusia para elevar su posición en la escena internacional que, directamente, desafían los intereses de EE.UU.
Entonces, la ampliación de las tensiones entre Rusia y EE.UU. ha convencido a los rusos de que no solo pueden desafiar así a Washington, sino que pueden presentarse como una potencia ultrarregional con poder de influencia en asuntos globales. La intención de Moscú de restablecer su posición requiere combatir el unilateralismo de Washington, por lo que al involucrarse en diferentes temas quiere hacerle ver al mundo que los asuntos no se resolverán sin el papel de Moscú. Para cumplir con esa meta se esfuerza por formar alianzas con países importantes como China cuya política exterior radica en la oposición al unilateralismo de Washington.
Mientras Rusia se esfuerza por presentarse al mundo como un país con un rol internacional, EE.UU. pretende negar este papel, ya que el poder de Rusia significa la reducción de su influencia, y un gran reto para los intereses estadounidenses en las regiones alrededores de Rusia.
Además, Rusia recurre a otra medida para elevar su posición, es decir la energía, un elemento que utiliza como instrumento político. Moscú, como uno de los países con mayores recursos petroleros y gasíferos del mundo, ha podido aumentar su poderío ante la Unión Europea y EE.UU.
Desde 1998 hasta 2004, Rusia suministró cerca del 48 por ciento del petróleo del mundo. Actualmente, Europa importa un 25 por ciento de gas y el 22 por ciento de petróleo de Rusia. Además, Moscú ha centrado su estrategia energética en Asia; en su plan de desarrollo, ha decidido aumentar la exportación de petróleo del 3 al 20 por ciento hasta 2020, y a excepción de China, veda su crudo a Japón y a Corea del Sur.
De esa forma, Rusia se está convirtiendo en un poder energético, algo que aprovecha como arma política; aquellos gobiernos que se oponen a sus políticas serán castigados con el cese del suministro de petróleo y aquellos que compartan sus políticas se verán beneficiados con la energía y las inversiones rusas en ese campo.
Aquí es donde surge la duda que cómo Rusia quiere elevar su posición en la escena internacional mediante sus recursos energéticos, ya que muchos de los países árabes en Oriente Medio disponen también de inmensos recursos como el petróleo, pero no han podido llegar a ser actores de peso en la escena internacional. Lo importante es saber que la situación de Moscú es diferente a la de estos países, es decir, antes de 1991, Rusia era una superpotencia en el campo militar y aún mantiene una parte de la capacidad militar de la Unión Soviética, como las armas nucleares, y su lugar como uno de los principales suministradores de armamento, por lo tanto, cuenta con el potencial para combinar la riqueza energética con el poderío militar y alcanzar sus objetivos.
El aumento del precio del petróleo y el gas desde el año 2000 contribuyó al impulso económico ruso que le ayudó en gran medida a llevar a cabo reformas estructurales y crear una nueva Rusia. Mientras tanto, antes de la llegada de Putin al poder, era poco probable que el país euroasiático pudiera salir tan rápido de la crisis y moverse para recuperar su posición e imponer su voz a nivel internacional.
No obstante, si bien Rusia ha podido sacar partido de sus recursos energéticos y ha mejorado su situación, su influencia se ha limitado al nivel regional y está aislado en asuntos internacionales. Esto se debe a que, si la Unión Soviética era considerada una superpotencia se debía a que, en aquel entonces, el tema militar y la capacidad en ese campo eran primordiales y motivaban la división del mundo en dos poderes. Actualmente, Moscú no puede competir con Washington, ni desde un punto de vista militar ni económico. Algo que resulta evidente en sus presupuesto militares: EE.UU. 640 mil millones de dólares y Rusia cerca de 88 mil millones de dólares. Moscú está lejos de lo que pretende, es decir, volver a presentarse como una superpotencia y mover al mundo hacia el sistema bipolar.

Comentarios