Publicada: jueves, 28 de agosto de 2025 6:30

Irán ha forjado una tradición de lucha libre que va desde las zoorkhaneh hasta los podios olímpicos, con figuras como Yazdani y nuevos campeones que siguen haciendo historia.

Por el equipo de redacción de Press TV

En octubre de 2021, en la final por la medalla de oro del Campeonato Mundial de Lucha en Oslo, una nación de 90 millones de habitantes contuvo la respiración mientras el luchador más célebre de Irán, Hasan Yazdani, subía al tapiz para enfrentar a su más feroz rival, David Taylor de Estados Unidos.

Solo dos meses antes, Yazdani, originario de Yuybar, un pequeño pueblo en la provincia de Mazandaran, en el norte de Irán, conocido como la cuna de la lucha iraní, había sufrido una devastadora derrota en los Juegos Olímpicos de Tokio, donde Taylor se llevó el oro en la final de los 86 kg.

La derrota reverberó en todo Irán, donde la lucha es mucho más que un deporte. En Oslo, la nación amante de la lucha buscaba redención. Querían que su héroe hiciera una declaración. Y él lo logró.

Con una victoria contundente por 6-2, convirtió el desánimo en triunfo. La victoria no fue solo personal; fue una celebración nacional seguida en vivo por millones de personas en casa.

Solo en Mazandaran, la lucha ha producido más de 20 campeones mundiales y olímpicos a lo largo de las décadas, otorgándole al pueblo el sobrenombre de “la ciudad de campeones”. Yazdani es solo uno de ellos.

Es amado y admirado con el mismo fervor con la que los argentinos veneran a Lionel Messi, los indios a Sachin Tendulkar, los jamaicanos a Usain Bolt y los suizos a Roger Federer.

Sus logros hablan por sí mismos: tres veces campeón mundial (2017, 2019, 2021), medallista olímpico de oro (2016, Río) y tres veces campeón asiático, lo que lo convierte en uno de los más grandes luchadores de estilo libre de su era.

Pero su grandeza no se mide solo en medallas. Se encuentra en la manera en que lleva el peso de una nación orgullosa, amante de la lucha, y el legado de generaciones anteriores.

De la zurkhane al escenario mundial

En Irán, la lucha, conocida localmente como koshti, no es solo un deporte competitivo. Es un rito sagrado. Enraizada en varzeshe bastani, una forma tradicional de atletismo practicada en las zurkhane o “casas de la fuerza”, la lucha combina destreza física con virtud moral.

Los luchadores, o pahlavans, deben ser ejemplos de fortaleza, humildad y generosidad. De hecho, la palabra pahlavan significa tanto “campeón” como “héroe”. Es una filosofía que los luchadores como Yazdani han llegado a encarnar, lo cual se refleja también en su desempeño en el tapiz.

El recorrido de la lucha en Irán abarca siglos, según los relatos históricos, pero su capítulo moderno comenzó en 1921 con la apertura del primer club de lucha en la capital, Teherán.

A finales de la década de 1930, el país comenzó a adoptar estilos modernos e internacionales de lucha, sin perder las tradiciones asociadas a la misma. En 1938, Masud Pahlavan-Neshan introdujo la lucha libre y la lucha grecorromana en Isfahán, sentando las bases para el ascenso global de Irán.

La primera competencia nacional de lucha libre se celebró en 1939 en el Club Deportivo Amyadieh de Teherán. Sin embargo, el progreso se interrumpió durante las primeras etapas de la Segunda Guerra Mundial, cuando Irán fue ocupado por fuerzas rusas y británicas. La lucha, como gran parte de la vida, llegó a un paro total.

Los primeros triunfos de Irán

Después de la guerra, el deporte resurgió. En 1947, Turquía se convirtió en el primer equipo internacional en competir en Irán. Un año después, Irán hizo su debut olímpico en los Juegos de Londres 1948.

Entrenados por el entrenador turco Saeem Erikan, el equipo incluía a Mansur Raisi, Hasan Sadian, Abás Zandi y otros. Aunque no lograron subirse al podio, la experiencia fue enriquecedora para el equipo iraní.

La primera aparición de Irán en el Campeonato Mundial de Lucha Libre se dio en 1951 en Helsinki. El equipo, nuevamente bajo la dirección de Erikan, abrió su cuenta con dos medallas de plata, gracias a Qolamreza Tajti y Mahmud Molaqasemi, y dos medallas de bronce de Mohamad Mehdi Yaqubi y Abdolá Moytabavi.

Irán terminó su primera campaña en el campeonato mundial con un impresionante cuarto lugar, detrás de Turquía, Suecia y Finlandia, lo que representó un logro notable.

Los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 marcaron la segunda aparición olímpica de la lucha iraní. El equipo, todavía bajo la dirección de Erikan, incluía a Tajti, Molaqasemi, Yaqubi y otros. Naser Guivechi ganó la primera medalla olímpica en lucha de Irán, una plata, mientras que Tofiq Yahanbajsh consiguió un bronce. Irán terminó en tercer lugar en el medallero, a solo dos puntos del título olímpico.

Los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956: un momento definitorio

Los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956 se convirtieron en un momento definitorio en la historia de la lucha iraní. El equipo, dirigido por el entrenador Habibolá Blur, ganó dos medallas de oro y dos de plata.

Emam Ali Habibi, una estrella en ascenso en ese momento, quien falleció esta semana a los 94 años, obtuvo el primer oro olímpico en la historia de Irán, derrotando a luchadores formidables de Suecia, Rusia y Japón. Tajti también logró el oro, consolidando su estatus como un ícono internacional de la lucha.

Las medallas de plata fueron para Mohammad Ali Joyastepur y Mohamad Mehdi Yaghoubi. Irán terminó en tercer lugar, detrás de la Unión Soviética y Turquía.

Las leyendas que allanaron el camino

La historia de la lucha en Irán ha sido moldeada por una línea de íconos cuyos logros no solo pusieron al país en el mapa mundial de la lucha, sino que también inspiraron a futuras generaciones de luchadores.

Todo comenzó con Qolamreza Tajti, venerado no solo por su destreza atlética —oro olímpico en 1956, plata en 1960 y tres títulos mundiales—, sino también por su humildad y carácter sólido, lo que le otorgó el perdurable título de “Pahlavan del Mundo”.

Emamali Habibi, el primer medallista olímpico de oro de la nación, quien también ganó tres títulos mundiales entre 1959 y 1962, continuó llevando la antorcha hacia adelante.

En los años siguientes, Abdolá Movahed dominó la escena de la lucha libre entre 1965 y 1970, ganando cinco campeonatos mundiales y una medalla de oro olímpica en 1968.

Rasul Jadem lideró la caravana hacia la década de 1990, ganando títulos mundiales consecutivos en 1994 y 1995, antes de asegurar el oro olímpico en Atlanta en 1996.

En lucha grecorromana, Hamid Surian emergió como una potencia, obteniendo seis títulos mundiales y un oro olímpico en 2012, consolidándose como uno de los luchadores más decorados de la historia de la lucha grecorromana.

Hoy en día, Yazdani se encuentra en la cima de esta tradición histórica. Con múltiples títulos mundiales y medallas olímpicas a su nombre, su dominio lo ha colocado entre los más grandes luchadores de todos los tiempos. Su pura supremacía sobre el tapiz le ha ganado el respeto de muchos de sus contemporáneos.

La rivalidad Irán-EEUU sobre el tapiz

Pocas rivalidades en la lucha mundial son tan electrizantes como la que enfrenta a Irán y Estados Unidos. Esta rivalidad se ha vivido durante décadas en el combate atlético puro, lejos de la política.

Las semillas fueron sembradas en las décadas de 1950 y 1960, cuando el héroe nacional de Irán, Tajti, se enfrentó a campeones estadounidenses como Dan Hodge. Sus enfrentamientos no solo se caracterizaron por la habilidad, sino también por el respeto mutuo, lo que sentó las bases de una rivalidad que perduraría a lo largo de las generaciones.

Para la década de 1990, el duelo se intensificó. El iraní Jadem, una leyenda en la categoría de 90 kg, luchó contra los estadounidenses Kevin Jackson y John Smith, ambos campeones olímpicos. Sus combates atrajeron audiencias masivas.

En años más recientes, la rivalidad resurgió en la categoría de 86 kg, donde Yazdani y Taylor se convirtieron en los rostros de las esperanzas de sus respectivas naciones. Cada enfrentamiento entre ellos no es solo un combate de fuerza y técnica, sino un evento principal que captura la atención mundial.

Desde su primer enfrentamiento en los Campeonatos Mundiales de 2017 en París, Taylor y Yazdani se han enfrentado en múltiples ocasiones, y sus duelos han sido descritos como “la mayor rivalidad en la lucha libre moderna” por United World Wrestling, el organismo internacional que supervisa todas las competencias de lucha en el mundo.

La rivalidad también se ha jugado a través de otras estrellas de la lucha, como Kamran Qasempur y Jayden Cox, Rahman Amuzad y Zain Rutherford, entre otros.

Las nuevas estrellas de la lucha de Irán

En los últimos años, Irán ha visto el surgimiento de una formidable nueva generación de campeones de lucha que no solo han mantenido el legado orgulloso del país, sino que lo han elevado a nuevas alturas.

Desde los tapices olímpicos de Tokio y París hasta los podios del Campeonato Mundial y las arenas asiáticas, estos atletas han mostrado consistencia, determinación y brillantez en las disciplinas de lucha libre y lucha grecorromana.

Amir Hosein Zare se ha destacado como un titán en la categoría de lucha libre +125 kg. Después de ganar el bronce en los Olímpicos de Tokio 2020, conquistó el oro en los Campeonatos Mundiales de 2021 y 2023, y añadió una plata en los Olímpicos de París 2024, quedando cerca del primer lugar.

Su mezcla de poder y agilidad lo ha convertido en uno de los pesos pesados más temidos del deporte.

En la categoría de 65 kg, Amuzad ha deslumbrado con su estilo dinámico y ritmo imparable. Consiguió el oro en los Campeonatos Mundiales de 2022 y lo siguió con una medalla de plata en París, consolidándose como uno de los luchadores más emocionantes para ver.

Qasempur, apodado “El Gladiador”, ha sido casi imbatible en la categoría de lucha libre de 92 kg. Ganó títulos mundiales consecutivos en 2021 y 2022, derrotando a oponentes de élite como Cox, y se mantuvo invicto en los torneos más importantes hasta 2024.

Amir Ali Azarpira, otro destacado en la misma categoría de peso, hizo la transición del dominio asiático al reconocimiento mundial, obteniendo una medalla de bronce en los Olímpicos de 2024 gracias a su madurez táctica y ataques explosivos.

Mohamad Nojodi, quien compite en la categoría de 79 kg, logró la plata en los Campeonatos Mundiales de 2021 y sigue siendo un competidor constante, aunque no logró subir al podio en París.

El contingente de Irán en lucha grecorromana también ha sido igualmente impresionante. Mohamad Hadi Saravi se ha convertido en un ícono mundial en la categoría de 97 kg, ganando bronce en Tokio, oro en los Campeonatos Mundiales de 2021 y 2023, y oro olímpico en París 2024 al derrotar al eterno rival Artur Aleksanyan.

Mohamad Reza Guerayi, conocido como “El Hombre de Hielo”, sorprendió al mundo con el oro olímpico en Tokio 2020, seguido de títulos mundiales en 2021 y medallas de bronce en 2022 y 2023. Su estilo explosivo y actuaciones decisivas lo han convertido en un héroe nacional.

Uniéndose a este grupo de élite está Said Esmaili, quien brindó una de las actuaciones más emocionantes de Irán en los Olímpicos de París, ganando oro en la categoría grecorromana de 67 kg con una dramática victoria por 6-5 sobre el ucraniano Parviz Nasibov.


Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.